El color azul tiene diferentes significados y una historia muy curiosa. Los colores son un elemento cotidiano capaz de revelar muchos aspectos de una misma cultura. Con frecuencia, vemos que una pigmentación es asociada a un cierto estado espiritual. En las lenguas anglosajonas, ‘estar azul’ significa rendirse a la tristeza. En otras culturas, como la brasileña, al contrario, el azul es utilizado para toda situación donde los hechos suceden según lo esperado. Para otros, el color de la ropa puede ser un instrumento capaz de transferir una gran cantidad de información.
Cuando hablamos aquí del origen del azul, no tenemos condiciones de hablar sobre una fecha concreta en que ese color fuera definido. En realidad, los diferentes pueblos diseminados por el mundo empleaban técnicas, plantas, óleos y otras sustancias para la obtención de este mismo tono. Hace 5.000 años, los egipcios utilizaron una piedra semipreciosa (lapislázuli) para obtener tal coloración. Por el contrario, los romanos, no acostumbrados al color, llegaron a asociarlo a los ojos claros de los bárbaros.
En la época medieval, el rojo, el blanco y negro se utilizaron ostensivamente para la construcción de iluminación y otro tipo de telas. El uso del rojo en las ropas indicaba la condición de nobleza de un individuo. Los campesinos y personas con menores condiciones financieras hacían el uso de tejidos azules. Para obtener el color, era promovida la extracción de un pigmento de la planta Isatis tinctoria.
En ese momento, los artesanos dejaban la planta fermentando con orina humana. Tiempo más tarde, algunos observaron que la adición de alcohol podría acelerar la reacción. Con eso, varios artesanos se embriagaron con la excusa de que tenían que teñir un tejido de azul. A lo largo del tiempo, esa práctica hizo que los alemanes asociasen la embriaguez con la expresión ‘ponerse azul’.
En el contexto de las grandes navegaciones, los europeos conocían el pigmento índigo indio, obtenido con el uso de una planta de este. Antes de eso, los europeos tuvieron grandes dificultades para producir pintura azul, ya que la escasez de piedras de lapislázuli fue grande. Con el objetivo de proteger sus intereses comerciales, muchos comerciantes entonces instituyeron la prohibición de la venta de telas azules que no fuesen fabricados a partir de Isatis.
En el siglo XVIII, una experiencia con la oxidación del hierro acabó ofreciendo accidentalmente el pigmento azul de Prusia (Preußisch Blau). Desde el punto de vista económico, el descubrimiento vino a abaratar los procesos de teñido y la propia fabricación de las tintas empleadas en la fabricación de cuadros y telas. Viviendo ya el contexto de la Revolución Industrial, vemos que el desarrollo de la química proporcionó la fabricación de varios tonos y colores manipulados artificialmente, incluyendo el azul.