La leyenda de la cigüeña tuvo su nacimiento en Escandinavia. Se dice que en el momento en que los bebés acostumbraban a nacer en casa, las madres contaban a los niños que los bebes habían sido traídos por la cigüeña justificando la aparición repentina de un nuevo miembro familiar. Para explicar el descanso de la madre finalizado el parte, se contaba que, antes de marcharse, la cigüeña había picoteado su pierna.
La elección de la cigüeña como un símbolo de la nueva maternidad fue debido a su característica dócil y protectora, que dedica la atención especial y cariño a las aves enfermas o más viejas. Los antiguos romanos crearon una ley incentivando a los niños a cuidar de los ancianos, denominada Lex Ciconaria (Ley de la cigüeña).
Además de esas explicaciones atribuidas al origen de la leyenda, existe el hecho de que las cigüeñas acostumbran a hacer su nido al lado de la chimenea de las casas y regresar siempre al mismo lugar para colocar los huevos y cuidar de sus crías. La mezcla de generosidad y fidelidad al niño creó el símbolo perfecto. La historia se extendió por todo el mundo en el siglo XIX a través de los famosos cuentos del escritor danés Hans Christian Andersen.
