El Océano Ártico o Glacial Ártico ocupa una superficie de 21 millones de kilómetros cuadrados, lo que corresponde al conjunto de agua congelada que se encuentra cerca del Círculo Polar Ártico en el extremo norte del planeta. Este océano es ancho y cubierto por capas de hielo que se corresponden con una gran cantidad de agua congelada.
Forman parte del Océano Ártico, territorios como Rusia, Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia y la península de Escandinavia.
Sus aguas provienen del Atlántico y el Pacífico, que están interconectadas a través del Estrecho de Bering. El Océano Ártico tiene una profundidad de aproximadamente 5.000 metros; sus aguas permanecen congeladas durante todo el año.
A pesar de configurarse como un océano, no provee condiciones similares al resto de océanos, como el transporte marítimo o la pesca. El motivo de las bajas posibilidades de explotación se debe a las adversidades climáticas con temperaturas extremadamente bajas.
Las características climáticas de la región son procedentes de su posición geográfica: la luz solar incide con baja intensidad y, de esa forma, no sucede la irradiación solar. Como consecuencia de esta situación, la zona permanece muy fría en el curso de todo el año.
En el Océano Ártico se insertan varios mares más pequeños, como el Mar de Barents, Mar de Kara, Mar de Laptev, Mar de Siberia Oriental, Mar de Chukchi, Mar de Beaufort y Mar de Lincoln. Las aguas del Océano Ártico realizan una interacción limitada con otros océanos. En virtud de los gigantescos bloques de hielo, las aguas mantienen sus temperaturas alrededor de 0°C y estos contienen menor salinidad.