En la ciencia geográfica, un oasis corresponde a una parte restringida del desierto que tiene agua y vida vegetal, es decir, una configuración que no se corresponde con la realidad del entorno, que es extremadamente adverso.
Un equipo de arqueólogos constató en territorio egipcio que ese sitio era utilizado por los hombres hace por lo menos 7000 años. Desde entonces y hasta hoy, los oasis se utilizan como apoyo a las caravanas comerciales que cruzan el desierto, en este encuentran agua y pueden descansar de viaje por debajo de las vegetaciones existentes, huyendo del calor abrasador.
Los oasis más comunes surgen del proceso de erosión eólica, en la que la acción del viento en la superficie que se compone generalmente de arena llegan a alcanzar el acuífero subterráneo y muchos se han establecido de forma superficial, así el agua aparece entre las rocas y lagunas y se acumula, formando un manantial que se abastece de agua dulce para alimentar a personas y animales, además de promover el cultivo de subsistencia.
El oasis de los desiertos nativos de estas regiones se considera como un área mística, sabiendo que sólo el Sahara, ubicado en el norte de África, es el segundo más grande del planeta, cuenta con 9 millones de kilómetros cuadrados y se queda sin siquiera una gota de lluvia en un intervalo de hasta diez años.
La palmera datilera es una vegetación típica de los oasis. Se trata de una planta adaptada al calor que crece rápidamente y sus raíces tienen la capacidad de extraer agua del subsuelo. A través del uso de técnicas de plantación y riego es posible el desarrollo de cultivos como el garbanzo, maní, frijoles, zanahorias y cebollas bajo la sombra de la palmera.
