En la Prehistoria el conteo fue inicialmente basado en el uso extensivo de los dedos (conteo digital). Eso se percibió en la etimología de los nombres de ciertos numerales básicos, principalmente para diez y cien en los numerales proto-indoeuropeos, ambos con la raíz *dḱ también presente en ‘dedos’ (latín: digitus).
Sistemas primitivos con trazos de cálculo aparecieron en el periodo Paleolítico Superior (35.000 – 10.000 a. C.). Los más antiguos ejemplos de trazos de conteo datan de cerca de 25.000 a 35.000 años atrás, en la forma de marcas grabadas en huesos encontrados en el contexto de la Edad de Piedra en Europa (periodos Auriñaciense y Gravetiense) y también la edad de piedra tardía de África.
El llamado Hueso de Lobo es un artefacto prehistórico descubierto en 1937 en Checoslovaquia durante las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Dolní Věstonice, Moravia bajo el liderazgo de Karel Absolon. Esta pieza data de unos 30.000 años a.C. (período Aurigniciano) y cuenta con 55 características marcadas. Una cabeza de una estatua de Venus fue encontrada cerca.
El hueso de Ishango, encontrado en Ishango, área de la actual República Democrática del Congo, cuya edad es de 20.000 años, hoy es notable por la representación de una serie de números primos. En el libro How Mathematics Happened: The First 50,000 Years, Peter Rudman cuestiona que el concepto de número primo solamente podría ser comprendido después del concepto de división, el cual data de 10.000 a.C., mientras que el concepto de números primos tuvo inicio en el 500 a.C. Algunos trazos pueden mostrar múltiplos de dos, números primos entre 10 y 20 y algunos números múltiplos de diez.
Los procesos de cómputo de números se volvieron más sofisticados en el periodo Neolítico en Oriente Medio, desarrollándose varios tipos de proto-escritura. La escritura cuneiforme se desarrolló como asociada del seguimiento de bienes durante la Edad de Cobre.
Los mokshas, conforme a la arqueología de la Unión Soviética, tenían un sistema de numeración confirmado arqueológicamente, que data de la edad de piedra. Los números fueron hechos por trazos grabados en madera, diseñados sobre arcilla o en corteza. En algunos lugares quedaron preservados hasta el inicio del siglo XX, mantenido por mercaderes, apicultores y ancianos de las aldeas. Tales numerales todavía pueden hallarse en objetos de pastores de rebaños, rectores de impuestos, apicultores y en piezas de barro.
