Las nubes son aglomeraciones de partículas de hielo o agua en estado líquido en la atmósfera después de los procesos de condensación y licuefacción (cambios de estado gaseoso a líquido). Después de la formación de cada nube, el viento es el responsable de transportarlas de manera que puede alterar su característica. El viento, al elevar una o varias nubes, hace que estas sufran cambios en su forma para que se enfríen y en consecuencia se congelan de manera parcial o total. Cuando las nubes son llevadas hacia abajo por el viento tienden a desaparecer por causa del proceso de evaporación del agua. De esa forma, la nube con la ayuda de los vientos puede crecer o disiparse.
Las nubes pueden ser clasificadas de acuerdo a su apariencia (género), variedad y altitud. De acuerdo con la apariencia, existen nubes fibrosas, altas, blancas y finas denominadas cirrus; nubes formadas por grandes capas denominadas stratus y nubes formadas por placas individuales denominadas cumulus.
De acuerdo con la variedad, se pueden determinar las características de cada nube como el formato y el grado de transparencia. Dependiendo de la altitud, las nubes son consideradas altas (si se encuentran sobre los 6 kilómetros por encima del suelo), medias (si permanecen de 2 a 4 kilómetros de altura respecto al suelo) y bajas (si se encuentran hasta 2 kilómetros del suelo respecto al sueño).
El aspecto de cada nube es diferenciable dependiendo de su naturaleza, dimensión, número, textura y distribución de las partículas de agua que contienen y también en dependencia de la intensidad y el color de la luz recibida.