La clase de la nobleza componía la porción social detentora de la fuerza militar y poseía una considerable porción de tierra disponible en el mundo feudal. A través de estos poderes, los nobles ocupaban junto al clero importantes funciones políticas decisivas para la Edad Media. Además, observamos que dentro de esa clase existía una jerarquía que pone de manifiesto las diferencias y los roles sociales que un miembro de la clase noble podía asumir.
En la alta nobleza, contamos con la presencia de los príncipes, archiduques, duques, marqueses y condes. Los pertenecientes a ese sub-grupo de la nobleza eran grandes terratenientes con gran influencia y bajo el cargo de un significativo número de vasallos. En muchos casos, en vista de la amplitud de su influencia, un miembro de la nobleza tendría más importancia que el propio rey.
Entre los propietarios de menor relevancia, podemos destacar la presencia de vizcondes, barones y caballeros. Los caballeros eran los sujetos que mejor representaban la organización militar fijada a lo largo de la época medieval. Cuando poseía tierras, el caballero tenía condiciones para dedicarse exclusivamente a la mejora de sus técnicas de combate y el uso de armas. En otros casos, el caballero era sometido al poder de un señor feudal a cambio de algún beneficio que le garantizase sustento.
Además de integrar uno de los pilares de la sociedad feudal, el caballero acabó influyendo en la cultura de su tiempo. Dentro de la literatura medieval, podemos encontrar que varios cantares de gesta épica y romances exploran el heroísmo legendario y los valores morales de esta figura. En el siglo XII, las historias del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda inmortalizó el sentido de la justicia y el espíritu de aventura de los personajes de ficción, como Lancelot y Tristán.
