Neumonía bacteriana: caracterizada por la inflamación de las vías respiratorias causadas por bacterias como Streptococcus pneumoniae y Diplococcus pneumoniae. Con síntomas que incluyen fiebre alta, dolor en el pecho, tos con secreciones y dificultad para respirar; la transmisión se produce por la inhalación de aire que contiene estos microorganismos.
Salmonelosis: causada por bacterias del género Salmonella. Alojándose en el tracto intestinal, puede causar fiebre, dolor abdominal y diarrea. La infección ocurre a través de la ingestión de alimentos contaminados, especialmente los de origen vegetal, como los huevos y la carne de aves de corral cruda o mal cocida.
Sífilis: enfermedad de transmisión sexual (ETS) causada por la bacteria Treponema pallidum. Esta bacteria provoca la aparición de una lesión del borde endurecida y poco dolorosa en la región genital que tiende a remitir espontáneamente. Sin embargo, sin tratamiento asignado pueden surgir más tarde lesiones escamosas en la piel y mucosas que son acompañadas de fiebre, dolor de cabeza e indisposición. En un estadio más avanzado, el sistema nervioso puede verse afectado provocando confusión mental, problemas en la coordinación motora e incluso ceguera. Gestantes contaminadas pueden sufrir aborto espontáneo o dar a luz a bebés infectados.
Tétanos: las esporas de Clostridium tetani, encontradas en el suelo, pueden causar infección cuando ocurre una lesión con objetos contaminados. Los bebés recién nacidos, por tener el cordón umbilical cortado con tijeras que no fue previamente esterilizado, pueden también adquirirlo. Desarrollándose en el cuerpo, las toxinas de esta especie pueden causar fiebre, dolor de cabeza y contracciones musculares, conduciendo al paro cardíaco o respiratorio. No existe vacuna preventiva y suero para esta enfermedad.