Uno de los logros más importantes en la formación de las primeras civilizaciones humanas se asienta en un nuevo período de la prehistoria. Durante el Neolítico hubo grandes cambios en el clima y la vegetación. El continente tenía entonces temperaturas más suaves y se observó la formación del Desierto del Sahara, en África.
La práctica de la caza y la recolección de frutos se volvieron tareas más difíciles. La agricultura y el consiguiente proceso de hombre sedentario se fueron estableciendo poco a poco. Además, la domesticación de los animales se convirtió en una práctica común entre los grupos humanos que se formaron durante este período. La estabilidad lograda por estas nuevas técnicas en el campo de la naturaleza y los animales también llevó a la formación de grandes asentamientos.
Nuevas formas de organización social surgieron, y por lo tanto se originaron las primeras instituciones políticas entre los hombres. La creación y el abandono de las formas colectivas de organización socio-económica se pueden apreciar en el Neolítico. Según algunos investigadores, las primeras sociedades complejas en torno a la aparición de líderes tribales o la organización de un Estado, son el resultado de estas transformaciones.
Al final del período neolítico también sucedió la llamada Edad de los Metales. En ese momento, el desarrollo de armas y utensilios elaborados de cobre, bronce y hierro más tarde se volvieron comunes. Con el desarrollo de los primeros Estados y la aparición de la escritura, el Neolítico terminó el tiempo de recorte de la Prehistoria y abrió la puerta al estudio de las primeras civilizaciones de la antigüedad.
