Desde la antigüedad, las actividades comerciales tuvieron gran importancia en el desarrollo de ciertas civilizaciones. Más que asegurar la riqueza y buenas ganancias, la circulación de mercancías también promovió un rico intercambio entre culturas distantes. La expansión de la clase de los comerciantes árabes, por ejemplo, permitió que varios hábitos dietéticos y otras formas de conocimiento contribuyesen al desarrollo de la ciencia en el mundo occidental.
Al final de la edad media, la consolidación de la burguesía europea realiza la integración entre Occidente y Oriente a través de las largas rutas terrestres y marítimas que perseguían las codiciadas especias de esta región. Hasta que la expansión marítimo-comercial ocurriese en el inicio del periodo moderno, la búsqueda por las sedas, especias, hierbas, aceites y perfumes orientales eran el gran negocio en China para los comerciantes de esa época.
Incluso hoy en día, la expresión negocio de China se utiliza generalmente cuando alguien llega a algún tipo de acuerdo muy ventajoso. De hecho, la concepción de ese término remonta el gran interés que los comerciantes de Europa tenían en buscar las mercancías ofrecidas por los chinos y otros pueblos asiáticos. En el siglo XV, por ejemplo, la Corona Portuguesa consiguió alcanzar un lucro superior al 6000% con la venta de productos resultantes en la India.
Llegando al siglo XIX, esta expresión también gana fuerza en un momento en que la economía capitalista vivió un período de expansión visible. En ese momento, los británicos codiciaban la exploración del mercado de gran consumo chino, así como la utilización de sus materias primas y la gran fuerza de trabajo disponible. Para ello, era necesario contar con un gran poder de interferencia en las instituciones de esa nación.
Indiferente a las exigencias de Inglaterra, los chinos no tenían el mínimo interés en abrir puertas para que los británicos participasen del escenario político de su país. Fue entonces que la Corona Británica decidió invadir China en la serie de conflictos que marcaron las Guerras del Opio, sucedidas entre 1839 y 1860. Después de subyugar a las autoridades de ese país, los británicos comenzaron a establecer varios monopolios comerciales que garantizasen un gran negocio de China.