Mientras en América germinaban las semillas de la Independencia, en Francia un nuevo imperio floreció. Cabe a Napoleón la tarea de consolidar internamente y externamente la nación para difundir los ideales de la Revolución Francesa. Había llegado al punto máximo durante el periodo del Terror. La reacción llegó en 1795 con la implementación del Directorio. Este órgano tuvo dificultades para gobernar, atacado por los partidarios de la realeza, que querían la vuelta del Antiguo Régimen, y presionado por las clases bajas, que deseaban el regreso del Terror.
Algunos directores decidieron reforzar el poder del Directorio, conspirando con un líder popular militar, que se había destacado en las guerras de Francia contra Italia (1796-1797) y Egipto (1798-1799): Napoleón Bonaparte. Él fue elegido para dirigir el golpe de Estado que derrocó al Directorio, se disolvió la Asamblea y se aplicó el régimen del Consulado (1799-1802).
El gobierno de Napoleón era sólo una dictadura encubierta. En 1804, el Imperio se creó una especie de monarquía perpetua. A pesar de que existía la Constitución, Napoleón gobernó despóticamente. Durante algún tiempo, la prosperidad como resultado del éxito de las reformas internas y las guerras permitió la existencia del régimen. Con los fracasos militares en primer lugar, sus cimientos fueron sacudidos, hasta el otoño de 1814.
El Consulado se vuelve la monarquía
En 1799, Francia había parece presentar un aspecto sombrío: la industria y el comercio quedaron arruinados, carreteras y puertos destruidos, los servicios públicos ineficientes, los inmigrantes descontentos, los bienes privados confiscados y el clero que se había negado a aceptar la nueva Constitución fue perseguido. La guerra civil parecía inminente.
Napoleón trató de hacer una política de reconciliación. La Constitución, aprobada en referéndum por más de 3 millones de votos le dio poderes ilimitados, en la forma de régimen republicano: el Consulado. El voto era universal. Se hacía lista de los mejores candidatos y entre ellos el gobierno escogía los encargados de las funciones públicas.
El poder legislativo débil estaba compuesto por cuatro conjuntos: el Consejo de Estado que elaboró las leyes; el Tribunal las discutía; el Cuerpo Legislativo votaba; y el Senada velaba por su correcta ejecución. El Poder Ejecutivo, confiado a tres cónsules nombrados por el Senado cada diez años era el más fuerte. Quien poseía el poder máximo era el primer cónsul: esta figura propugnaba y mandaba publicar las leyes, designaba ministros, oficiales, funcionarios y jueces.
En 1802, Napoleón firmó el Tratado de paz de Amiens, terminando el conflicto europeo que había existido desde 1792.
Su gobierno reorganizó y centralizó la administración. Tomó importantes medidas financieras, como la creación de un cuerpo de funcionarios para recaudar impuestos y la fundación del Banco de Francia. La situación económica mejoró. La educación secundaria se organiza con el propósito de instruir a los empleados del Estado. La mayor obra de Napoleón fue el Código Civil, inspirado en el Derecho Romano, en las Reales Ordenanzas y en el Derecho Revolucionario; terminado en 1804, continua en esencia en vigor hasta nuestros días.
La paz con la Iglesia se produjo en 1801. El Papa aceptó la confiscación de bienes, y el Estado fue vetado de interferir en el culto. Los obispos, nombrados por el gobierno y subordinados a las funciones del papa, prestarían juramento de fidelidad al gobierno. Las bulas papales solamente entrarían en vigor después de ser aprobadas por Napoleón.
Victorioso interna y externamente, Napoleón fue capaz de establecer la herencia del Consulado en 1802: recibió del Senado el derecho de nombrar a su sucesor. Se trataba de la implantación de la monarquía hereditaria.
El despotismo de Napoleón
Aprovechando el peligro que representó la reanudación de la guerra, Napoleón se hizo emperador. En 1804, la nueva Constitución legalizó el Imperio y convocó un referéndum para confirmar su institución. El Papa coronó a Napoleón en París. Su poder entonces era absoluto.
El Código Civil, fue seguido por el Comercial y el Penal. La economía se calentó. Los campesinos comenzaron a producir más y apoyar al régimen. La industria se vio estimulada. El gobierno llevó a desarrollo numerosas obras iniciadas en el Consulado: las vías navegables, los puertos, las carreteras y el embellecimiento de la ciudad.
Napoleón se convirtió en una figura más despótica que los antiguos reyes. Algunas de las características son mencionadas a continuación:
- Abolió las asambleas.
- La Corte y las Cámaras Legislativas perdieron sus funciones.
- No hubo respeto de las libertades individuales y políticas.
- La prensa se desarrolló bajo censura.
- El emperador intervino en la educación. Alteró el programa de disciplinas peligrosas para el régimen, como la Historia y la Filosofía.
- Intervino en la educación religiosa: el catecismo enseñaba los deberes con Dios y con el emperador. Una vez que el papa se negó a integrarse en la política de Napoleón fue confinado en Savona (1809).
Política exterior
En 1803, Gran Bretaña se unió a Rusia y Austria para luchar contra Francia. Los británicos ganaron en el mar, en Trafalgar, en España; pero los franceses golpearon a los austro-rusos en tierra, en la batalla de Austerlitz, Bohemia. Al final de la guerra, Austria fue separada de Alemania y de Italia y quedaba sometida a la voluntad de Francia. En Alemania se creó la Confederación del Rin bajo la protección francesa, para reemplazar el Santo Imperio Romano.
Otra alianza fue formada en 1806 contra Napoleón, entre Prusia y Rusia, ambas vencidas. Por la Paz de Tilsit (Prusia), Prusia fue desmembrada y Rusia se alió a Francia.
Para debilitar a Inglaterra, Napoleón declaró el bloqueo continental: todos los europeos se vieron obligados a cerrar sus puertos al comercio británico.
El deseo de conquistas en la Península Ibérica abrió a Francia nuevos campos de conflicto. Los austriacos tomaron ventaja y se alzaron en armas en 1809, pero también fueron golpeados y sufrieron desmembramiento.
Napoleón llegó al auge de su imperio. Su ejército organizado parecía imbatible. Europa Occidental fue sometida a su poder. Pero la intervención francesa condujo a levantamientos nacionales, especialmente en Prusia.
En 1812 puso fin a la alianza con los rusos, cuando se quebrantó el bloqueo contra los británicos. Napoleón invadió Rusia. Ganó la batalla de Moscú, pero se encontró con tanta resistencia que se vio obligado a una retirada desastrosa. Mientras, las tropas napoleónicas sufrieron en España con la guerrilla. La familia real portuguesa huyó a Brasil.
Prusia y Austria, a continuación, se aliaron con Rusia y derrotaron a Napoleón en Leipzig (Confederación del Rin), destruyendo su poder en Europa (1813). Napoleón ni siquiera pudo evitar la invasión de Francia. Los aliados tomaron París, restauraron la monarquía derrocada en 1792 y obligaron a Luis XVIII a aceptar el Tratado de París.
Atrapado en la isla mediterránea de Elba, Napoleón se escapó en marzo de 1815 y recuperó el poder, instaurando el conocido Gobierno de los Cien Días. Sin embargo, fue detenido por la última coalición europea contra Francia. Los ingleses vencieron la ofensiva de Napoleón en la batalla de Waterloo en Bélgica. Atrapado en la isla de Santa Elena, la costa africana, murió en 1821 por causas debatibles.
Luis XVIII recuperó el poder. En 1814-1815, el Congreso de Viena restableció el equilibrio entre las grandes potencias (Gran Bretaña, Prusia, Rusia y Austria). Por su parte, Alemania e Italia no fueron unánimes. Ya Gran Bretaña adquirió la supremacía marítima y colonial. Para preservar la paz y evitar el descontento social como sucedió con la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, las potencias crearon la Santa Alianza.