Mutualismo es una relación armónica en la cual dos especies interespecíficas se asocian y benefician de esta interacción, que a veces puede ser dependiente o no. A veces llamado mutualismo obligatorio, el mutualismo se diferencia de la protocooperación por el hecho de que la supervivencia de las especies implicadas en el mutualismo depende de la interacción de ambas. A continuación veremos algunos ejemplos de mutualismo.
Los líquenes son constituidos por algas clorófitas y hongos que viven en estrecha conexión, siendo que las algas, por medio de la fotosíntesis, sintetizan materia orgánica que el hongo utiliza como alimento. A su vez, el hongo consigue retener humedad y nutrientes que la alga utiliza, además de conferir protección a la alga. Ese mutualismo entre la alga y el hongo permite que los líquenes sobrevivan en ambientes en que ni la alga ni el hongo conseguirían sobrevivir solos.
Otro ejemplo de mutualismo se produce entre bacterias fijadoras de nitrógeno del género Rhizobium y las raíces de plantas leguminosas, formando de esta simbiosis las bacteriorrizas. En esta asociación, las bacterias fijan el nitrógeno hallado en la atmósfera necesario para el buen desarrollo de la planta, mientras que la planta provee abrigo a las bacterias. También hay micorrizas, hongos que se asocian a raíces de algunas plantas, siendo que los hongos contribuyen con la absorción de nutrientes del suelo, lo que beneficia a la planta, y la planta provee a los hongos nutrientes orgánicos, en una selección de mutualismo.
Las termitas también establecen una relación de mutualismo con protozoos, porque la termita se alimenta de madera, pero es incapaz de producir las enzimas necesarias para la digestión de la celulosa, componente de la madera. Por esta razón, la termita tiene protozoos que viven en su interior y son capaces de degradar la celulosa y obtener la energía necesaria para su metabolismo. Esta relación también puede encontrarse en los rumiantes, como la vaca y cabra y las bacterias que viven en su sistema digestivo.
La anémona de mar y el paguroideo – un tipo de crustáceo – también establecen una asociación mutualística. Ese cangrejo tiene el hábito de vivir en conchas abandonadas de moluscos, y las anémonas se instalan sobre esas conchas. Por ser provisto de tentáculos llenos de sustancias urticantes, las anémonas ahuyentan a lso depredadores, proporcionando una mayor protección al cangrejo, y la anémona, a su vez, que generalmente vive presa a rocas, puede expandir su rayo de acción alimentaria, ya que es llevada a otras ubicaciones por el desplazamiento cangrejo.