Situado entre el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, la península arábiga fue la cuna de la civilización árabe. Los árabes, descendientes de los antiguos pueblos semitas, dominaron esta región dividiéndose en dos grandes grupos socio-económicos: los semitas, que vivían de forma nómada en el desierto y criaban ganado de pequeño porte; y los sedentarios, que se dedicaban al comercio en los centros urbanos de la península arábiga.
En el aspecto político, hasta el siglo VI, los árabes se organizaban de forma descentralizada. Divididos en cerca de 300 tribus, los árabes nunca consolidaron un tipo de institución política unitaria. Muchas de esas tribus guerreaban entre sí de acuerdo con las disputas de intereses entre cada una de ellas. Esta misma falta de unidad se manifestó también en el campo religioso, en la idolatría a diferentes dioses, generalmente antropozoomorfos. La ciudad de la Meca fue el mayor centro de culto religioso, donde fue existía un templo llamado Kaaba. En la Kaaba se concentraron gran parte de los centros de culto de los dioses árabes. De esta manera, la Meca se convirtió en un importante centro comercial debido a los diversos sacrificios y la gran cantidad de creyentes que cruzaron la ciudad.
Fue en ese momento que Muhammad (Mahoma) nació, en el 570. Era un niño perteneciente a una familia de comerciantes de la tribu de Coraix (Quraysh). Al llegar a la edad adulta, Muhammad se unió en la organización de las caravanas comerciales que siguió viaje a través de diferentes puntos del Medio Oriente. Entrando en contacto con diferentes culturas, Muhammad terminó sabiendo de la cultura oriental y los valores judíos. En una noche, tuvo la visión del ángel Gabriel que le dijo acerca de la existencia de Alá (Allah), el único Dios verdadero. Después de recibir el mensaje divino, Mahoma pasó a difundir una nueva creencia monoteísta: el Islam.
Entre otras cuestiones, la nueva religión condenó los dioses politeístas idolatrados por la Kaaba. Este punto de la doctrina de Mahoma descontentó a los comerciantes de la Meca, que dependía de los beneficios obtenidos por las actividades religiosas de la ciudad. Insatisfechos con la predicación de Mahoma, los comerciantes de la ciudad expulsaron al profeta y sus seguidores, que se instalaron en la ciudad de la actual Medina. La fuga de Mahoma para Medina, conocida como Hégira, marcó el comienzo del calendario islámico. Después se expande su número de seguidores, Muhammad organizó un grupo que invadió y tomó el control de la ciudad de la Meca. Tras su muerte en 632, el mundo árabe ha experimentado un proceso de expansión territorial justificada por la Yihad o Guerra Santa.
Según el principio de la Yihad, los fieles seguidores del Islam deben luchar contra los infieles y difundir los valores de su fe en el mundo. Teniendo el Corán como su principal libro sagrado, los musulmanes fueron instruidos para hacer cinco oraciones al día en dirección hacia la Meca, dar limosna, ayunar durante el mes sagrado de Ramadán y visitar la Meca al menos una vez en sus vidas con las oportunas condiciones económicas. El control del Imperio islámico fue pasado a califas, que deberían descender directamente del linaje de Muhammad. En el siglo VIII, con el surgimiento de la dinastía abásida, la unidad política de la dinastía del mundo musulmán se rompió con la formación de otros califatos en las ciudades de Córdoba, Bagdad y El Cairo. Además de este proceso de fragmentación política, se produce el surgimiento de dos corrientes del Islam: los sunitas y los chiitas.
Los sunitas seguían la Sunnah, un libro que narra la vida de Muhammad. Los chiitas defendieron una perspectiva política, donde sólo los descendientes directos de Mahoma debían controlar a los árabes. La consolidación del imperio árabe, además de marcar la historia de su pueblo, también trajo cambios significativos dentro del escenario europeo. Entre otros hechos, podemos destacar la incursión de la cultura árabe en la Península Ibérica y el norte de África; y el dominio bajo el comercio en el mar Mediterráneo, que contribuyó al debilitamiento de la actividad comercial europea durante la edad media.