La herencia dejada por los romanos ayudó a transformar Roma en la civilización más importante e influyente de la cultura occidental. Algunos factores que habían contribuido a la ocupación de la región fueron: los aspectos físicos (Roma está situada en la península italiana), el suelo fértil (facilitado la producción de alimentos) y la falta de buenos puertos (para el aislamiento de la región).
La antigua Roma se reunió en tres formas de gobierno: monarquía, república y el Imperio. La forma de gobierno en Roma hasta el siglo VI a.C fue la monarquía. Durante esta etapa, los romanos creían que el rey tenía origen divino.
Ese período estuvo marcado por la invasión de otros pueblos (etruscos), que durante casi 100 años, dominaban la ciudad e imponían sus propios reyes. En el 509 a.C, los romanos derrocaron al rey etrusco (Tarquinio el Soberbio), y fundó una república. En lugar del rey, dos magistrados eran elegidos para gobernar.