La modestia, de origen latino, es una palabra que significa acción para moderar algunos comportamientos humanos, tales como la vanidad y el deseo, es decir, la forma de evitar la vanidad o, en casos específicos, la persona se considera ausente de cualquier lujo o vanidad, siendo estos sentimientos innecesarios y perjudiciales para el desarrollo de una acción o proyecto.
Por otro lado, ser modesto es posicionarse en el medio entre la vanidad y la humildad; evitar hablar de uno mismo y dejar que otros hagan esta tarea de manera que se pueda evaluar si las acciones que provocan los posibles elogios están de acuerdo con el propósito.
Dejando la modestia aparte
Modestia aparte es una forma bastante común de ser utilizada para expresar algo que sea motivo de orgullo, pero sin querer pasar a otras personas la mala impresión de una posible soberbia. Usualmente es empleado en frases como en el siguiente ejemplo: ‘Me gusta hablar en público, dejando la modestia aparte, soy una buena comunicadora’. En algunos casos es una forma desmedida de valorarse a uno mismo o bien reconocer las potencialidades, pero no considerarse el mejor de todos en aquello que se hace.
En algunos otros casos también sirve para asegurarse de que aquello que juzga hacerse bien es reconocido por otras personas como se imagina, a través de sus reacciones, para que pueda captar, sin exageraciones, la atención y respuesta necesarias.
Falsa modestia
Falsa modestia es el modo por el cual la persona ‘finge’ ser modesta para vanagloriarse de una forma sutil sin que se perciba fácilmente. En otras palabras, es disminuirse para luego engrandecerse, principalmente, para conseguir los elogios de las otras personas que tanto desea oír.
Si por casualidad no obtiene el resultado deseado la persona se siente frustrado o, incluso, en algunos casos, menospreciada.
Modestia y pudor
En un principio, modestia y pudor parecen distantes y sin ningún tipo de relación. No obstante, cuando se refleja lo que es modestia se llega a lo que se entiende por pudor, el cual se trata de un sentimiento de vergüenza o timidez de aquello que le es particular o íntimo.
En otras palabras y en su justa medida, la modestia y el pudor pueden estar interconectados a un deseo íntimo de hacer o expresar algo, pero que por cuestiones culturales o religiosas no se debe hacer, pues no es apropiado o correcto.