Mitra pertenece a la mitología persa, india y romana. En la India y Persia representó a la luz (dios del Sol). Hay referencias a Mitra en el año 1400 a.C, como dios en el norte de Mesopotamia. Entre los persas, se presentó como el hijo de Aúra-Masda, dios del bien, de acuerdo con las imagenes de los templos y los pocos testimonios escritos, el dios Mitra nació cerca de un manantial sagrado, bajo un árbol sagrado de una roca (la petra generatrix; Mitra es por ello llamado petra natus).
Según Heródoto, Mitra era la diosa Afrodita Urania, interpuesto por los asirios con el nombre Mylitta y en los árabes con el nombre de Alitta. Mitra, al igual que otros dioses persas, no tenía imagenes, templos o altares, porque, a diferencia de los griegos, los persas creían que los dioses tenían un tipo diferente de los hombres.
El culto de Mitra se extendió a Europa, donde permaneció hasta el siglo III. En Roma fue la adoración de algunos emperadores, llamado Protector del Imperio. El símbolo de Mitra era el toro, que se utiliza en los sacrificios a la deidad. La muerte del toro, que representa a la luna, era característico de este misterio que se propagan a través del mundo helenístico y romano a través del ejército.
esde el siglo II el culto de Mitra era el más importante en el Imperio Romano y muchos santuarios (Mithraea, singular Mithraeum) fueron construidos. La mayoría eran cámaras subterráneas, con bancos a ambos lados. Imágenes del culto fueron pintadas en las paredes donde casi siempre se simbolizaba el toro ofrecido en sacrificio.
Algunas peculiaridades del mitraísmo se sumaron a otras religiones, incluyendo el cristianismo. Por ejemplo, desde la antigüedad, el nacimiento de Mitra se celebraba el 25 de diciembre. El mitraísmo entró en decadencia a través de la formación de la Iglesia católica como institución, bajo Constantino.
El culto de Mitra, sólo se permitía a los hombres, y sólo a los hombres iniciados en un ritual que sólo ocurre en determinadas épocas del año.
El ritual de iniciación en la religión mitraica era llevar el neófito al altar de Mitra, atado y con los ojos vendados, donde el sacerdote le ofrecía la corona del mundo, colocándola sobre su cabeza. El neófito debe rechazar la corona y su respuesta sería: “Mitra es mi única corona.”