El metanol, también denominado alcohol metílico e hidrato de metilo, es un biocombustible altamente inflamable. Esta sustancia se puede obtener por destilación destructiva de madera (principal), el procesamiento de la caña de azúcar o por los gases originados por combustibles fósiles. Sus propiedades químicas son similares a etanol, sin embargo, la toxicidad es mucho mayor. Su fórmula es: CH3OH.
Después de ser producido, el metanol se utiliza ampliamente en las industrias químicas, ya que es un importante disolvente industrial, con óptimo rendimiento en el proceso de disolución de algunas sales. También se puede utilizar en la fabricación de plásticos, la preparación de vitaminas y hormonas, disolvente en reacciones farmacológicas, producción de combustible biodiesel, entre otros.
El uso de metanol como combustible ha sido duramente criticado ya que esta sustancia contamina el medio ambiente, es extremadamente tóxico y, en caso de incendio, la llama es limpia y clara, casi invisible, un hecho que complica el control del fuego. Otro problema señalado se asocia a la salud, ya que el contacto frecuente con metanol puede causar cáncer, irritación ocular, dolor de cabeza, vómitos, náuseas y otros síntomas.
La tecnología para la producción de metanol ha dado buenos resultados en las últimas dos décadas. La destilación del eucalipto es uno de los procesos utilizados en el que el gas resultante se comprime y, por catálisis, origina el metanol. Aun todavía hay una necesidad de desarrollar técnicas para reducir los costos durante la producción, así como mejorar la distribución de metanol para el mercado de consumo.