La región entre el Tigris y el Éufrates fue la cuna de varias civilizaciones desarrolladas a lo largo de la antigüedad. La aparición de tantas culturas en esta región se explica generalmente por la importancia fundamental por los regímenes de lluvias sobre las tierras fertilizadas en cada región. A lo largo de este proceso, los sumerios, acadios y asirios crearon varias ciudades, librando las primeras guerras y promoviendo un intenso intercambio de valores y costumbres.
Según algunos estudios, la ocupación de esta parte del Oriente Medio se produjo alrededor del 4000 a.C y se debía al desplazamiento de poblaciones pequeñas de Asia Central y las regiones montañosas de Eurasia. Alrededor de un milenio más tarde, los pueblos semitas también habitaban la misma región. Desde entonces, Mesopotamia tenía una importante colección de ciudades-estado, como Nippur, Lagash, Uruk y Ur.
Estas primeras ciudades son parte de la civilización sumeria, considerada la primera de Mesopotamia a emerger en el espacio. Dotada con una amplia autonomía política y religiosa, estas ciudades experimentaron intensas disputas militares alrededor de las regiones fértiles de la Mesopotamia. Mientras tanto, los semitas estaban ocupando otras áreas en las que nacieron nuevos centros urbanos. Entre las localidades de origen semita, destaca especialmente la Akkad, el centro principal de la civilización acadia.
Durante este período de conflictos y ocupaciones se puede ver muy ricas contribuciones de los pueblos de Mesopotamia. Entre otros puntos, cabe destacar la creación de una extensa red comercial, los códigos legales, las escuelas, las habilidades matemáticas (multiplicación y división), los principios médicos, el desarrollo de la escritura cuneiforme y la construcción de templos religiosos conocidos como zigurats. Alrededor de 2350 a.C, los acadios, dirigidos por Sargón, gobernaron al pueblo sumerio.
En el año 1900 a.C, la civilización amorita –pueblo de origen semita- habían creado un vasto imperio centrado en la ciudad de Babilonia. Hammurabi (1728 – 1686 a.C), uno de los más grandes reyes de este imperio, fue el responsable de unir a toda la Mesopotamia y el autor de un código escrito de leyes conocido como Código de Hammurabi. En este conjunto de leyes había alrededor de 280 artículos y varios castigos determinados sobre la base del prestigio social.
Alrededor del 1300 al.C, el imperio babilónico cayó en decadencia como resultado de la expansión territorial de los asirios. Con una estructura desarrollada militarmente fuerte, estas personas habían sido conocidas por la violencia con la que realizaban la conquista de otros pueblos. Las principales conquistas militares del imperio asirio tuvirton lugar en los gobiernos de Sargón II, Senaquerib y Asurbanipal. Con el tiempo, este imperio opulento sucumbió a las revueltas de los pueblos que ellos dominaban.
En el año 612 a.C, los caldeos, llevaron a cabo una exitosa campaña militar que acabó con la hegemonía de los asirios. A partir de este logro se informó de la formación del Segundo Imperio Babilónico o Neobabilonia. La altura de esta nueva hegemonía en Mesopotamia estuvo a cargo del emperador Nabucodonosor II. En su gobierno, edificios importantes, como la Torre de Babel y los Jardines Colgantes, representaban el progreso material de esta extraordinaria civilización.
En el año 539 a.C, durante la formación del Imperio Persa, los babilonios estaban subordinados a los ejércitos comandados por el emperador Ciro II. Este logro marcó el final de las grandes civilizaciones de Mesopotamia y dio origen a la historia antigua oriental.