En realidad, el movimiento protestante precedió a la Reforma del siglo XVI. Algunos movimientos disidentes de la Iglesia medieval tardía adelantaban la Reforma con sus denuncias de la corrupción generalizada de la Iglesia de Roma, así como de aspectos relevantes de las instrucciones católicas.
Precursores
Al comenzar el siglo XII los valdenses, incondicionales del mercader francés Pierre Valdo, practicaban lo que marcaban como el sencillo y no corrupto cristianismo de la Iglesia primitiva. El movimiento, localizado en Francia e Italia, sobrevivió a una agitada persecución oficial y, durante la Reforma, muchos valdenses se convirtieron al calvinismo.
Jan Hus fue un relevante reformador religioso bohemio, cuyos oficios fueron precursores de la posterior Reforma luterana. Debido a su negativa a retractarse ante las autoridades de la Iglesia católica, con las que entró en conflicto, fue quemado en la hoguera por orden del Concilio de Constanza. Su fallecimiento supuso la chispa que originó las denominadas Guerras Husitas.
Alrededor de 1380 los lolardos aparecieron en Inglaterra, guiados por las instrucciones del teólogo John Wycliffe, quien negaba la autoridad de los prelados eclesiásticos (que sopesaba corruptos en el ámbito moral), la transubstanciación y otras instrucciones convencionales, y abogaba por la fe bíblica. Los lolardos fueron perseguidos, sin embargo perduraron e influyeron en la Reforma inglesa.
John Wycliffe se anticipó a la Reforma protestante en casi dos siglos. Apoyó la postura de Eduardo III y del Parlamento inglés en contra del pago del tributo papal desde el siglo XIV. También cuestionó la autoridad del papa, introdujo el concepto de la primacía de la gracia y repudió la doctrina de la transubstanciación.
Las enseñanzas de Wycliffe calaron en el reformador bohemio Jan Hus, cuyos incondicionales (los husitas), reformaron la Iglesia bohemia y consiguieron una independencia virtual después del martirio de Hus, excomulgado por Alejandro V y quemado vivo por orden del Concilio de Constanza en 1415. Muchos se convirtieron al luteranismo en el siglo XVI.
La Reforma
El teólogo y reformador religioso germánico Martín Lutero originó la Reforma protestante al comunicar en 1517 sus 95 proposiciones denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia católica. Para Lutero la esencia del cristianismo no se encuentra en la organización encabezada por el papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Su protesta provocó una cascada de artificios en la Iglesia católica y sentó las bases de otros movimientos protestantes, como el calvinista y el presbiteriano.
Algunas novedades en la Europa del siglo XVI expresan el triunfo de Martín Lutero y otros reformadores en comparación con sus predecesores. Tanto el poder del Emperador como el del Papa se encontraban amenazados y ambos se encontraban alarmados por el avance de los turcos en Europa central y en el Mediterráneo. Adicionalmente, la invención de la imprenta en el siglo XV posibilitó la divulgación de tratados religiosos entre la nobleza y el pueblo llano, en especial en el norte de Europa.
Es un suceso aprobado por la mayoría de los historiadores que la publicación de las 95 Tesis de Martín Lutero en el día de Todos los Santos, en 1517, marcó el comienzo de la Reforma; en ellas atacaba la venta indiscriminada de indulgencias para financiar la construcción de la basílica de San Pedro en Roma, la gran compañía del papa Julio II. Lutero era un monje agustino y docente de teología en la Universidad de Wittenberg. Consideraba que no era suficiente para alcanzar su salvación continuar las instrucciones católicas convencionales. Empezó a cavilar que esa salvación se encontraba en la doctrina de la justificación de la gracia divina a través de la fe sola, mientras que la teología católica había oscurecido ese aspecto dando la misma relevancia a las buenas acciones, a las obras. Pensaba que la venta de indulgencias era un abuso inspirado en ese énfasis equivocado en la relevancia de las buenas acciones.
Al principio, Lutero pretendió reformar la Iglesia desde dentro, sin embargo se topó con una rígida disconformidad. Al no querer retractarse y requerir que se demostrara su equivocación mediante las Escrituras, negó la autoridad de Roma y fue excomulgado. Bajo la protección de Federico el Sabio, elector de Sajonia, escribió obras y panfletos, y sus ideas se extendieron vertiginosamente por toda Alemania y otros enclaves de Europa. En Escandinavia se establecieron con gran rapidez iglesias luteranas que establecieron su carácter nacional.