La malaria es una enfermedad infecciosa transmitida a los seres humanos a través de picaduras de insectos, transfusiones de sangre y la reutilización de jeringas y agujas.
Los protozoos del género Plasmodium están implicados en la enfermedad. Existen diferentes especies de plasmodios según el lugar de origen. Por ejemplo, en Brasil, existen tres especies: Vivax, Falciparum y Malariae.
Los síntomas de la malaria suelen ser fiebre alta, escalofríos, sudoración excesiva y dolores de cabeza, producidos de manera intermitente.
La transmisión más común es a través de la picadura de los mosquitos hembra del género Anopheles. Asimismo, existe la posibilidad de contagio a través de transfusión de sangre infectada o el uso compartido de agujas y jeringas con la presencia del agente causante.
El tratamiento de la enfermedad resulta bastante simple cuando se detecta precozmente. Cada especie de plasmodio debe ser tratada con medicamente o asociaciones de medicamentos específicos en dosis adecuadas a la situación particular de cada enfermo.
La quimioprofilaxis es una medida adoptada por los distintos países para el control y prevención de la malaria, como anexo de Viajes Internacionales y Salud disponible en la Organización Mundial de la Salud u OMS (World Health Organization en Inglés).
No existe una vacuna contra la malaria, por lo que la mejor prevención es evitar el contacto con el mosquito. Se recomienda el uso de repelentes, mosquiteros sobre las camas o hamacas, pantallas en ventanas y puertas, y no permanecer al aire libre durante las horas de mayor concentración de insectos (amanecer y atardecer). Los pasos indicados anteriormente son algunas de las medidas para prevenir el contagio de esta enfermedad.
La recomendación para cualquier viajero es evitar el contacto con mosquitos en las áreas de los países Afganistán, Angola, Arabia Saudita, Argelia, Argentina, Armenia, Azerbaijan, Bangladesh, Bolivia, Botswana, Brasil, Burkina Faso, Camerún, China, Colombia, Congo, entre otros.
