En la época de Mahoma, la península Arábiga se encontraba habitada por beduinos nómadas dedicados al pastoreo y al bandidaje, y por árabes que vivían del comercio en las ciudades. La religión de los árabes era politeísta e idólatra aunque existía una antigua tradición de monoteísmo, o por lo menos la convicción en una deidad suprema. Las comunidades judías y cristianas quizá contribuyeron a hacer una mayor receptividad hacia las doctrinas monoteístas, aunque ni el judaísmo ni el cristianismo cautivaron a los árabes. A Mahoma lo anticiparon algunos predicadores monoteístas aunque con escaso éxito.
Mahoma tuvo su primera experiencia profética a los 40 años de edad en el momento en que, conforme aseguraba, se le apareció el arcángel Gabriel en una visión. Mahoma confió a su familia (perteneciente a la tribu quraysh, que disfrutaba del poder político en La Meca) y amigos íntimos el contenido de ésta y de sucesivas visiones. Posteriormente, tras cuatro años, había transformado a unas 40 personas y luego prosiguió predicando en público en su ciudad natal de La Meca, destacado núcleo comercial de Arabia. Ante la animosidad de esta ciudad, marchó a Medina en el año 622. Este acontecimiento, la Hégira o ‘emigración’ marca el primer año del almanaque islámico. En Medina, Mahoma recibió muy pronto autoridad espiritual y temporal, y llegó a ser admitido como legislador y profeta. Tras dominar la rivalidad árabe y judía que había encontrado en Medina, promovió una guerra contra La Meca. Poco a poco las tribus árabes le declararon su lealtad y La Meca se rindió en el año 630. Cuando falleció en el 632, Mahoma era el máximo jefe de un Estado árabe que aumentaba su poder con una gran rapidez.
Las instrucciones centrales de Mahoma eran la bondad, omnipotencia y unidad de Dios, y la necesidad de que la dadivosidad y la justicia rigieran las relaciones humanas. A esta emergente religión se incorporaron relevantes elementos del cristianismo y del judaísmo, y otros elementos arraigados en la tradición árabe preislámica: fundaciones tan relevantes como la peregrinación y el santuario de la Kaaba fueron absorbidas en forma modificada del paganismo árabe. Mahoma, al reformar la tradición árabe preislámica, igualmente la reafirmó.
