Lúcio Quíncio Cincinato (519-438 a.C) fue un guerrero romano de trayectoria parcialmente legendaria que nació y murió en lugares hasta hoy desconocidos. Hombre de naturaleza simple, alcanzó el cónsul y la dictadura y, después de salvar la ciudad, se volvió uno de los personajes más importantes de la historia de Roma.
La república romana atravesaba entonces momentos difíciles por causa de un inminente ataque de los ecuos y volscos, dos tribus tradicionalmente enemigas de los latinos romanos. Un destacamento romano comandado por Minúcio (458 a.C) se enfrentó a los ecuos en el monte Álgido, pero terminó acorralado en un caño. Habida cuenta de la desesperada situación de los sitiados y la ciudad misma, los cónsules decidieron recurrir a Cincinato, un general con experiencia que había demostrado su habilidad en los enfrentamientos militares con los volscos anteriormente.
El oficial que trató de entregar la candidatura Cincinato lo encontró arando la tierra. Con dificultad, logró convencerlo de que aceptara la posición del dictador, un título que le concedió a título provisional, el poder absoluto bajo su control. Al mando de un poderoso ejército, se encontró con el enemigo y ganó, según la leyenda, en un solo día. En posesión del botín enorme, regresó a Roma, renunció a su hegemonía y regresó a la vida sencilla de un campesino.
