La relación entre perros y seres humanos portadores de deficiencias visuales es entrañable y relativamente antigua – hay, por ejemplo, un registro en madera que nos remonta hasta la Edad Media en la cual se ilustra a un hombre ciego siendo llevado por un perro con correa.
La adopción de estos animales para este propósito comenzó a hacerse más representativo, en el momento de la Primera Guerra Mundial, momento este en que muchos soldados eran ciegos; siendo un médico alemán, el doctor Gerhard Stalling, el precursor de esta idea. Posteriormente, en 1916, la primera escuela de perros guía en el mundo fue fundada; con el paso de los años, otras escuelas fueron abriéndose.
Los perros lazarillos proporcionan más seguridad y agilidad para los invidentes. Así, llevan a su compañero muchas horas por día, incluso parando en medio de los bordillos antes de atravesar las calles y desviando a las personas de los obstáculos, tales como pendientes, agujeras o incluso ramas de árbol.
Cómo su ayuda es muy importante para su dueño, debe evitar distracciones tales como olores, sonidos y otros animales; además de entender los comandos enviados (y desobedecer las órdenes que los coloquen en peligro).
Por lo tanto, el entrenamiento es difícil y puede durar muchos meses. Para tal fin se realiza, en primer lugar, una proyección, considerando para esta tarea apenas animales saludables y en buena forma, con temperamento estable. Labrador, Golden retriever y Pastor alemán son las tres razas más comunes de perros lazarillos.
Un individuo seleccionado y entrenado, ya apto para acompañar al portador de discapacidad visual, trabaja como guía durante unos diez años. Después de este tiempo se retira y puede permanecer como una mascota, mientras que su propietario adopta otro animal para ayudarle sobre una base diaria.
