A menudo oímos atribuir los errores ortográficos a reducidos o inexistentes hábitos de lectura. Sin embargo, ellos pueden tener otras causas y hay que hacer un análisis cuidadoso del tipo de errores dados y de las situaciones en que ocurren. ¿Cuándo comete errores el niño? ¿Se produce cuando copia? ¿O cuando escribe lo que oye? ¿En la escritura libre? ¿Qué tipo de errores se dan? ¿Falta de acentos diacríticos? ¿Omisión de letras o sílabas? ¿Repetición de letras? ¿Inversión del orden de las letras o de las sílabas? ¿Confusión de palabras homófonas?
Si los errores son solamente en la escritura libre, es muy probable que el niño pronuncie palabras de manera deficiente y que escriba tal y como las dice. Puede haber errores asociados con pronunciaciones regionales por la misma razón. Podrán aparecer cambios de letras y omisión de vocales o de sílabas.
Si los errores son sólo cuando el niño copia, existe la posibilidad de tener dificultades de concentración en la tarea o en discriminar visualmente las semejanzas y diferencias entre letras. Puede saltar letras, sílabas, palabras o líneas. Puede no colocar acentos.
Si los errores se producen en los textos dictados, puede deberse a una dificultad para retener estímulos sonoros. Cabe introducir en la ecuación posibles problemas de audición.
Hay muchos juegos y actividades que pueden ser utilizados por los padres para ayudar a los niños a superar sus dificultades, reforzando el trabajo realizado en la escuela.
Para desarrollar la capacidad de discriminar visualmente las similitudes y diferencias, hay muchos juegos útiles: descubrir las diferencias; encontrar fallos en dibujos; sopa de letras; entre otros.
Si se trata de dificultades para discriminantes sonidos, pueden hacerse de juegos de reproducción de sonidos o secuencia de sonidos, de identificación de sonidos (palabras, instrumentos o voces en una canción, sonidos del medio ambiente) o de distinción de sonidos semejantes en pares de palabras.
La lengua castellana se reviste de dificultades ortográficas y de reglas que deben ser conocidas y practicadas (diferentes valores para la misma letra por ejemplo). Hay algunas estrategias a las que se puede recurrir, tales como la formación de familias de palabras, la utilización de palabras en frases y contextos diferentes, la elaboración de fichas relacionando palabras con dibujos o con historias.
Los niños, especialmente los más pequeños, pueden memorizar mejor si involucran otros sentidos más allá de la visión. Pueden escribir las palabras, con el dedo, en superficies diferentes (arena, plastilina lisa…) envolviendo también el acto.
El diálogo entre padres y maestros es importante para hacer un análisis de la situación y definir estrategias de colaboración. Si la situación es grave, puede solicitarse asistencia al profesor de apoyo educativo. Después de todo, la unión hace la fuerza.