Los colores son siete. Y son, enumerados en orden, los siguientes: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta/morado.
La diosa griega Iris, portadora del trueno y mensajera de los dioses, tiene un arco de siete colores. Nunca hubo duda.
Los misterios de la física demoran en ser deslindados, pero merece la pena la espera. Los sabios especularon mucho, desde Aristóteles hasta Bacon, pues el fenómeno resultaba misterioso. Entre los curiosos por el fenómeno destaca Isaac Newton.
En los comienzos de las investigaciones encontramos al jeusita Antonio de Dominis que, en 1591, hizo pruebas experimentales con un globo de vidrio lleno de agua y verificó que este podía proyectar círculos de colores siempre que fuera convenientemente iluminado.
Extrapoló la idea para muchos globos de agua y muy pequeños –las gotas de las nubes– y percibió que un observador veía colores diferentes porque contemplaba la luz procedente de refracciones diferentes.
René Descartes fue más lejos. Midió los ángulos de reflexión y refracción de la luz en las gotas de agua y calculó que el arco iris debería tener un radio de 41,3 grados, hecho que resultó ser cierto.
Lo que le faltaba era saber de dónde venían los colores, y eso solamente Newton llegó a percibirlo, después de las experiencias de descomposición de luz blanca en los colores del arcoíris.
Los diferentes colores se mezclan en la propia luz del sol, según explicó Newton en su obra Óptica de 1704. El principio de siete colores surgió a partir de sus deducciones. Sin embargo, Newton no solo era un importante científico, sino también un estudioso de la alquimia, siendo el siete un número rodeado de superstición. Por esto, cuando Newton dividió la luz con un prisma, buscó un total de siete colores a fin de cumplir con la ley de los siete, enunciando la ley de los colores que hoy nos resultan obvios.
Pero la historia no ha terminado. No vemos siete colores en el arcoíris. Los ojos humanos solo distinguirán cuatro o cinco. Incluso en los más grandes científicos como Newton, el peso del mito puede ser una carga.