Independientemente de las opciones de comida, muchas personas se preguntan si será beneficioso o no regularmente consumir alimentos integrales.
El término integral es utilizado para designar cereales o productos elaborados con ellos. Arroz, avena, cebada, centeno, maíz y trigo los son cereales más conocidos, pero en la actualidad, arroz, maíz y trigo son los más utilizadas en nuestros alimentos.
Los cereales se utilizan especialmente en la producción de galletas, harina, cereales, pastas y pan, que son alimentos que llegan en grandes cantidades en nuestra dieta. Los cereales son alimentos muy completos, ya que contienen fibra, carbohidratos, lípidos, minerales, proteínas y vitaminas.
Cuando se usa el grano entero del cereal en la fabricación de diversos productos, se dice que este alimento es integral. Cuando no se utiliza el grano completo significa que le fueron extraídas ciertas partes. El grado de extracción es diverso, siendo el más alto aquel que más retira del producto original. Fácilmente se comprende que cuanto mayor es el grado de extracción, mayor es la cantidad de nutrientes que se pierden.
El consumo frecuente de productos integrales se desaconseja esencialmente debido a dos factores:
El salvado – resultado de la molienda de los granos de cereales – puede irritar las paredes del tubo digestivo cuando el uso de este tipo de alimentos es continuo.
La gran cantidad de ácido fítico que contienen estos alimentos dificulta la absorción de minerales.
Como puede verificarse, también aquí la virtud está en el medio. A nivel de los cereales y de sus derivados debemos preferir los que tienen un menor grado de extracción, en detrimento de los integrales y de los de elevado grado de extracción. Es decir, debemos optar por pan, masa y arroz más oscuros, aunque no sean integrales.