Cuando hacemos una mención rasa sobre la relación entre la Escuela de los Annales y el marxismo, tendemos a construir un panorama rodeado de dos perspectivas históricas de la naturaleza antagónica. Tal vez por el enfoque de diferentes contextos, lecturas, temas e intenciones que marcaron la relación con el pasado de estas dos líneas de pensamiento y escritura del pasado, podemos sembrar una infinita variedad de contrastes.
En el interior de marxismo, pensando que el materialismo histórico como su principal herramienta para ver el pasado, la cuestión de los problemas y acciones de orden política y económica son piezas fundamentales para que las experiencias históricas sean interpretadas. En cierto modo, conforme apuntan los críticos del marxismo, existe una relación de subordinación entre el eje político y económico bajo otros matices y hechos que se integran a una determinada experiencia histórica. Siendo así, todo lo que escapa a este objetivo fundamental, en realidad, se muestra de algún modo contaminado por ella.
Lejos de ser una simple especie de creencia errónea que visita todas las obras de perspectiva marxistas, el fuerte interés por el ámbito político-económico prestigia no solamente una postura coherente con relación al aparato teórico marxistas, bien como dialoga con varias nociones de historia que se mostraron vivas, principalmente en el siglo XIX. En ese periodo, en suma, notamos una fuerte presencia de razón ilustrada pautando la búsqueda por un conocimiento comprometido con la noción de progreso. Sobre tal aspecto, el marxismo se singulariza por presentar una especie de progreso comprometido con la posibilidad de transformación profunda de su tiempo.
Para muchos, la noción de progreso y la fuerza del eje de la política económica certifica la acusación pesada que el marxismo propugna una comprensión del pasado a través de matices bastante conservadoras y comprometidas con su tiempo. Después de todo, incluso no teniendo las mismas convicciones y expectativas que los positivistas con el pasado, se usaban formas de comprensión del proceso histórico tan o más estrictos. En otras palabras, los marxistas aspiraban a una revolución que era contradictoriamente negada al modo de investigar los hechos contenidos en el pasado.
vemos que la noción de progreso que muestra fracaso al tratar de abarcar la realización de experiencias almacenadas en el pasado, si no también contamine erróneamente las contribuciones y los problemas generados por el Annales y marxismo. Por el contrario, como observamos en los textos producidos recientemente, la preocupación para preservar la autonomía de los objetos históricos, cada vez más alienta el diálogo entre las formas de conocimiento restringido equivocadamente a tensión entre innovación y conservadurismo.