Una reacción química se produce cuando ciertas sustancias experimentan transformaciones en lo referente a su estado inicial (reactivos). Para que esto ocurra, los enlaces entre átomos y moléculas deben romperse y deben ser restablecidos de alguna otra manera. Como estas uniones pueden ser muy fuertes, generalmente es necesaria energía en la forma de calor para iniciar la reacción.
La ocurrencia de una reacción química se indica por la aparición de nuevas sustancias (productos), diferentes de las sustancias originales (reactivos). Cuando las sustancias reaccionan, a veces ocurren hechos visibles que confirman la ocurrencia de la reacción. Entre ellos podemos destacar: desprendimiento de gas y luz, cambio de color y olor, formación de precipitados, entre otros.
En ciertas situaciones, los reactivos se encuentran con impurezas y las reacciones químicas no ocurren con uso completo porque no ocurren solamente en laboratorios, sino en todas partes y en todas las épocas. La oxidación y reducción son ejemplos de estos tipos de reacciones que ocurren en nuestra vida diaria.
Cuando dos reactivos se mezclan y ellos no se encuentran en proporciones iguales, uno de ellos será consumido totalmente mientras el otro podrá dejar cierta cantidad sin reaccionar. El reactivo que tuvo su aprovechamiento total es llamado de reactivo limitante y otro será el reactivo en exceso.
Un ejemplo de una reacción química muy común en nuestra vida cotidiana es la reacción de combustión; para que ella ocurra es necesaria la presencia de tres factores: un combustible, un comburente y energía de activación. Esa reacción consiste en la quema de un combustible que puede ser la gasolina o el alcohol por ejemplo, a través de activación (calor de una llama, chispa eléctrica) en la presencia de un comburente que, en general, es el oxígeno del aire (O2).