Las infecciones de oído son una de las causas más frecuentes de visita al pediatra en la infancia. Aproximadamente el 20% de los niños menores de 4 años de edad tienen una otitis por lo menos una vez por año.
El dolor de oído y la fiebre son los síntomas más frecuentes. Pero en las edades más tempranas, la señal es a menudo un cambio de humor o irritabilidad, a veces acompañado de algunos gritos y llanto. La observación de los oídos por el médico es siempre imprescindible. Este confirmará el diagnóstico de otitis media aguda si, al realizar el examen de oídos, se descubren señales de inflamación de la membrana del tímpano. Ocasionalmente ocurre la perforación de esta membrana saliendo pus por el canal auditivo externo. Cuando sucede, se puede limpiar el oído externo con un poco de algodón empapado en suero fisiológico o agua tibia, pero debe dejarse salir el pus, evitando tapar el canal auditivo.
Las infecciones de oído pueden ser causadas por virus o bacterias. Su tratamiento debe guiarse por un pediatra o un médico de familia que, si es necesario, encaminar a los padres para un médico especialista (otorrinolaringólogo). El dolor podrá ser combatido con analgésicos y, a veces, además de antibiótico, podrá también recurrirse al uso de descongestionantes nasales.
Las infecciones agudas, cuando son recurrentes, pueden llevar a la otitis serosa crónica. Esta, además del dolor de oídos que provoca, resultante de las alteraciones de presión por obstrucción de la trompa de Eustaquio, constituye una causa frecuente de déficit auditivo en el niño. Si la pérdida de audición no es detectada y tratada precozmente, podrá interferir en el desarrollo normal del lenguaje y, más tarde, causar dificultades en el aprendizaje escolar.
Las amígdalas y los adenoides aumentan de tamaño hasta cerca de los 7 años de edad y retroceder a partir de esa edad. Muchos niños tienen amígdalas grandes, pero en sí mismo el tamaño de las amígdalas no es razón para la cirugía.
Más tarde cuando la hipertrofia de los adenoides es responsable por un considerable estrechamiento del espacio nasal posterior puede justificarse su eliminación quirúrgica (adenoidectomía) si:
El niño tiene otitis serosa crónica asociada a pérdida de la audición (en este caso puede ser beneficioso la colocación de tubos de ventilación).
- Obstrucción de las vías aéreas superiores, traducido por ronquidos, respirando por la boca, manteniendo al niño con la boca constantemente semiabierta pudiendo hasta babear un poco.
- Hipoxemia (tasa de oxígeno baja en la sangre) durante el sueño.
- Apnea obstructiva (más grave). En esta situación el niño ronca muy fuerte, respira con gran esfuerzo y presenta paradas respiratorias de entre 30 a 45 segundos. Estas perturbaciones durante el sueño van a tener como repercusión la somnolencia durante el día y pueden provocar retraso de crecimiento y desarrollo del niño.
En estos casos la cirugía es generalmente curativa. En todos los casos la decisión terapéutica debe ser tomada por los padres, debidamente informados y asesorados por el pediatra del niño y médico cirujano otorrinolaringólogo. Es importante que los padres se sientan a gusto y realicen todas las preguntas necesarias al médico. Resulta que a veces los padres tienen muchas preguntas que les gustaría hacer, pero cuando se encuentran con el especialista se olvidan de ellas. Una simple sugerencia es escribir en un pedazo de papel o el cuaderno las dudas para realizarse en la consulta.
Es importante un diagnóstico correcto de las otitis así como su tratamiento específico y oportuno.