La unión entre piezas rígidas del esqueleto generalmente permitiendo su movilidad es conocida como articulación o juntura. Estas pueden ser móviles, inmóviles o semimóviles, y el tipo fibroso, cartilaginoso o sinovial.
La articulación fibrosa está compuesta por tejido conectivo fibroso y ocurre principalmente entre los huesos de la cabeza, que tienden a desaparecer con el tiempo. Un ejemplo muy claro es la mollera o fontanela, que permite que el paso del bebe por el canal vaginal, al nacer, sea más facilitado – una vez que reduce considerablemente el volumen de la cabeza en este momento – y, con el paso de los años, da lugar a tejidos óseos en esta región.
Las segundas, como el nombre ya indica, son de tejido cartilaginoso. Este puede ser hialino (sincondrosis) o fibroso (sínfisis). La sínfisis pública y los cartílagos entre las vértebras son sus respectivos ejemplos. La movilidad en este tipo de articulaciones es reducida.
Las junturas sinoviales poseen un líquido denominado sinovial, que se localiza en la cavidad de la cápsula articular, membrana conjuntiva que se agarra a los huesos que se articulan, diferentemente de las otras dos, esa conformación permite el deslizamiento de una superficie ósea sobre la otra, con la fricción y desgaste reducidos. Las rodillas son pertenecientes a ese grupo.
En cuanto a movimientos, las articulaciones pueden ser:
- Monoaxiales: movimientos en torno a apenas un eje. Ejemplo: articulación del codo.
- Biaxiales: movimientos en torno a dos ejes. Ejemplo: articulación del puño.
- Triaxiales: movimientos en torno a tres ejes. Ejemplo: articulación del hombro.