© Microbiologyonline.org.uk
Las arqueobacterias (archeo = antiguo/primitivo) representan un grupo restringido de organismos procariotas, reuniendo una baja diversidad de especies, manifestando características que las diferencian de las eubacterias (eu = verdadero), de acuerdo con la estructuración de algunas moléculas, tales como: los ácidos nucleicos (ARN ribosómico) y elementos integrales de la membrana plasmática y la pared celular.
Estas bacterias primitivas generalmente habitan regiones prácticamente inhóspitas, donde existen condiciones ambientales extremas, ya sea por la elevada tasa de salinidad, grado de temperatura o pH (potencial de hidrógeno), ciertamente imposibilitando la ocurrencia de otros tipos de vida, lo que explica el bajo número de seres representantes. Sin embargo, incluso frente a la resistencia evolutiva, también pueden habitar lugares amenos, como por ejemplo, el aparato digestivo de ciertos animales.
Clasificación de las arqueobacterias
Metanogénicas → caracterizadas por metabolismo anaerobio, utilizan el elemento químico hidrógeno como cofactor de reacciones que catabolizan el dióxido de carbono (CO2) en metano (CH4).
Termófilas → son arqueobacterias que sobreviven a temperaturas muy elevadas (alcanzando cerca de 100 °C) y acidez muy baja, representando los ambientes acuáticos situados próximos a fallas en la corteza oceánica (hendiduras volcánicas). Esos organismos realizan quimiosíntesis utilizando compuestos inorgánicos (ácido sulfúrico – H2S) para sintetizar materia orgánica y obtener energía.
Halófilas → bacterias primitivas que viven en lugares de alta concentración de sal, en que la solución del medio (ambiente acuático) es extremadamente hipertónica, por ejemplo, la salinidad del Mar Muerto.