La volatilidad puede definirse como el porcentaje de un gas a una temperatura determinada, con una presión de 1 atm (unidad de presión).
Cuanto menor sea la presión interna y mayor la temperatura externa, más volátil será el combustible. Lo ideal para obtenerse un combustible de calidad es que la volatilidad no sea muy elevada y ni muy baja. Estando en esas condiciones óptimas el motor tendrá un buen desempeño.
Veamos lo que sucede cuando el combustible tiene muy alta volatilidad:
- Formación de vapor las burbujas en el circuito de alimentación, principalmente durante el verano.
- Pérdidas en el depósito del carburador por el tubo de equilibrio.
- Formación de hielo en el carburador durante el invierno, impidiendo el funcionamiento del motor.
En el caso de baja volatilidad tendremos:
- Disminución de la aceleración.
- Mayor tiempo para que el motor alcance la temperatura ideal de funcionamiento.
- Dilución del aceite lubricante, porque los combustibles menos volátiles no son capaces de ser quemados en la combustión.
- Mayor formación de carbón en las cámaras de combustión y en la zona superior del pistón, dificultad en el arranque de un motor.
- Alimentación no uniforme en los cilindros.