Transpiración es el proceso mediante el cual la planta emite cantidades de agua excedentes, siendo también fundamental, pues a través de la transpiración es que la savia bruta es llevada para las hojas a través del xilema. Existen dos formas de transpiración en los vegetales. La primera y más común (cerca del 90%) es la transpiración estomática, realizada a través de los estomas, cuya apertura vegetal puede controlar; la segunda es la transpiración cuticular (cerca del 10%) en la cual la cutícula, localizada en la epidermis de la hoja, permite el paso del agua.
En la transpiración estomática, la apertura de los estomas de liberación de agua se realiza por las células. Estas células son clorofílicas y, en presencia de luz, realizan la fotosíntesis, liberando glucosa y haciendo la célula más concentrada. De esta manera, la luz estimula la fotosíntesis y por lo tanto, la apertura de los estomas.
Además de la luz, que determina la apertura de los estomas y facilita la transpiración, factores externos como viento, iluminación, temperatura y estado higrométrico del aire influyen en la transpiración de las plantas.
Entre los factores internos, lo más importante es el mecanismo de apertura de los estomas. En las regiones áridas, los estomas se abren y cierra rápidamente, evitando la pérdida excesiva de agua, ya en las regiones húmedas, los estomas permanecen abiertos durante un periodo de tiempo mayor. Además, otro factor interno que influye sobre la transpiración es el tamaño de los limbos, que cuanto mayor sea el grosor de la hoja, menor será la transpiración. Como factores internos que influencian el proceso todavía podemos citar: la cantidad de pelos vivos, que amplían el área de transpiración, y de pelos muertos, que disminuyen la transpiración, pues dificultan la eliminación de humedad en la superficie de las hojas.
