Con el desarrollo efectivo de la actividad industrial en diversas partes del mundo, los dueños de los medios de producción y el capital comenzaron a dirigir los recursos financieros para la presentación y la introducción de nuevas tecnologías y procedimientos de producción, máquinas, entre otros, todo con el propósito de racionalizar y automáticamente acelerar la productividad y el porcentaje de las ganancias.
Así, la mayoría de los avances tecnológicos se han derivado de la investigación científica que son realizadas para la transformación industrial. Este proceso es continuo, en constante búsqueda de nuevos materiales, nuevas tecnologías y métodos de producción con el objetivo de ampliar los márgenes de beneficio y reducir los costes de producción.
El período que más marcó los avances tecnológicos fue entre finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, cuando el mundo experimentó una serie de avances en la tecnología, la medicina y otros campos beneficiosos para la industrialización. Los hechos de mayor importancia, así como en la Primera Revolución Industrial, estaban relacionados con las invenciones y descubrimientos. Las innovaciones que propiciaron la industria fueron, sin duda, el petróleo, el motor a combustión, el uso del acero y el uso de la fuerza del agua para la generación de energía eléctrica – con la creación de centrales hidroeléctricas.
El conjunto de las nuevas tecnologías impulsó una mayor flexibilidad productiva de la actividad industrial, posicionando a los países que lideran el proceso de industrialización como algunas naciones europeas, además de los Estados Unidos y Japón que ingresaron en la Segunda Revolución Industrial con fuerza.
La Segunda Revolución Industrial centró la producción en el seguimiento de las grandes industrias (siderúrgicas, metalúrgicas, petroquímicas, automovilísticas, transporte ferroviario y transporte marítimo). Esta etapa de la industria mundial produjo profundas modificaciones en el contexto del espacio geográfico en el cual esa revolución tuvo su desarrollo.
En conclusión, las revoluciones industriales pueden ser entendidas como procesos que están directamente vinculados a los avances tecnológicos que determinan el éxito de cada uno de ellos.