En 1830, los franceses extinguieron las aspiraciones de la restauración monárquica al expulsar del poder a la dinastía borbónica. En su lugar, con el apoyo expreso de la burguesía nacional, Luis Felipe de Orleans asumió el gobierno con el claro objetivo de concretar avances liberales en la Constitución francesa. En este sentido, solicitó la ampliación de la legislatura haciendo caso omiso de cualquier acto de censura a los medios de comunicación y llevó a cabo la separación de Iglesia y Estado.
Sin embargo, incluso con dichos avances, varios grupos políticos se volvieron contra su gobierno una vez el voto censitario fue preservado. Republicanos, socialistas y bonapartistas realizaron grandes banquetes públicos durante los cuales discutían las reformas a ser emprendidas en el país. Conocida como la política de los banquetes, esta manifestación terminó ganando fuerza entre amplios sectores de la población.
Con el fin de desintegrar el movimiento, el rey Luis Felipe y el ministro Guizot decidieron señalar estos encuentros como ilegales y no cedieron ante cualquier reivindicación política. Sin embargo, la insensibilidad del gobierno terminó siendo un detonante para que un gran movimiento popular se formase en febrero de 1848. En aquel momento, la obra Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, ofrecían un gran aporte ideológico por aquella lucha contra la hegemonía burguesa.
Con el apoyo de los miembros de la guardia nacional, los revolucionarios forzaron la dimisión del ministro Guizot y la fuga del rey para Inglaterra. Desde ese momento, Francia se transforma en una República. Inmediatamente, la pena de muerte y el sufragio universal se instalaron en el país. Sin embargo, poco después, la reacción de los conservadores ha dado lugar a la formación de una Asamblea Constituyente de naturaleza moderada.
Incluso no instaurando un régimen socialista, la revolución de 1848 tuvo gran importancia para que una nueva polarización política cobrase vida. A partir de ese momento, la lucha entre la burguesía y el proletariado estaría vigente en varias naciones de Europa. No por casualidad, ese mismo año, otras rebeliones de liberales y socialistas sacudieron las estructuras arcaicas de mundo antiguo. Generalmente, este conjunto de revoluciones serían conocidas históricamente como la Primavera de los Pueblos.