Sabemos que todas las ondas electromagnéticas, independientemente de su frecuencia, transportan energía. Sin embargo, la energía transportada por una onda electromagnética depende de su frecuencia, es decir, cuanto mayor sea la frecuencia, mayor será la energía que la onda electromagnética transporta. Debemos estar atentos al hecho de que las ondas electromagnéticas también sufren reflexión, refracción y difracción.
Al estudiar el espectro electromagnético, vimos que el espectro visible es la porción del espectro electromagnético que puede ser percibida por nuestro sistema de visión. Por lo tanto, podemos decir que la radiación comprende luz visible con una longitud de onda entre 380 nm y 750 nm. Esta radiación es importante porque se utiliza en el mecanismo de la visión.
La radiación ultravioleta se define como cualquier radiación con longitud de onda de menor que 400 nm, que es muy perjudicial para los seres vivos. Nuestra atmósfera filtra la mayor parte de la radiación que emite el sol, lo que permite la vida en la Tierra. La capa de ozono es responsable de la absorción de esta radiación, pero los agujeros que hay en ella plantean un grave riesgo para todos.
Los seres vivos pueden soportar fácilmente pequeñas dosis de radiación ultravioleta, ya que las células dañadas pueden regenerarse. Con el aumento de la incidencia de rayos ultravioletas, los daños suceden a una velocidad mayor de la que pueden ser reparados, causando cáncer de piel, cataratas y deficiencia en el sistema inmunológico. El efecto de la radiación ultravioleta es sentido en los animales y también en las plantas.
La radiación ultravioleta que pasa por la atmósfera es prácticamente constituida de rayos del rango UVA. Al nivel del mar, 99% de esa radiación corresponde a ese tipo.
La radiación ultravioleta también se refleja en diversos materiales, e incluso cuando no estamos directamente bajo la luz del sol, podemos quemarnos fácilmente. La playa de arena, por ejemplo, llega a reflejar el 20% de la radiación UV incidente. Otro ejemplo es la nieve que puede reflejar aproximadamente el 90% de la radiación UV. Por esta razón, a veces vemos esquiadores y escaladores con quemaduras graves. Sin embargo, muchas sustancias, tales como vidrio, absorben la radiación ultravioleta.
Para una adecuada protección de la acción de los rayos UV podemos usar bloqueadores solares específicos para esa radiación. Esos protectores usan productos químicos que absorben la radiación UV, no permitiendo que la piel sea afectada. Para que sean eficientes, los filtros y bloqueadores deben absorber la radiación UVB (entre 290 y 320 nm), que es la más perjudicial.
Con el aumento del agujero de la capa de ozono, ocurre un aumento en la cantidad de rayos ultravioleta que llegan a la superficie de la Tierra, haciendo que el uso de protectores solares se vuelva indispensable.