La nobleza, compuesta de miembros de la alta sociedad (señores feudales, caballeros, duques, condes y vizcondes), fue una clase titular de las tierras y los impuestos recogidos de los campesinos. Tales dominios fueron donados por el rey, desde el debilitamiento de la realeza. Los poderes que estaban vinculados a los ámbitos políticos, económicos y jurídicos se concentraron en las manos de los señores feudales, los propietarios de los feudos (porciones de tierra). Los nobles se dedicaron a cuestiones relacionadas con la actividad militar y administrativa.
Los nobles eran conocidos como aquellos que lucharon, poseían grandes fincas y prestigio y vivían en grandes castillos. No pagaron impuestos, además de cobrar a las clases menos favorecidas. Tenían un tribunal propio para ser juzgados y gozaron de derecho del uso de armas, poseer un ejército propio y caballos.
Además de participar en guerras para conquistar más territorios y poder, los nobles cazaban y compitieron en torneos.
Dominios señoriales
El dominio señorial, tierras bajo el control de los señores feudales, si divide de la siguiente manera:
- Castillo – primero construido con madera; más tarde, con bloques de piedra. Abrigaba a campesinos en tiempos de guerra, no era lujoso y poseía trampas, murallas y posiciones estratégicas de guerra para arqueros y guerreros.
- Reserva – todas las tierras reservadas para el señor, que eran cultivadas por esclavos, siervos y campesinos libres bajo la forma de trabajo gratuito. La casa del señor, iglesia, molino, horno, granero y tierras fértiles eran halladas en este lugar.
- Aldea – también conocida como villa, se mantuvo dentro de los bosques donde vivían los campesinos, siervos y villanos.
- Manso – la porción de la propiedad otorgada al campesino, libre de ser explotada. En intercambio, una parte de la producción, en forma de renta, era dada a los nobles. Otra forma de retribución consistía en 2 a 3 días por semana de trabajo gratuito en la reserva.
Evolución del noble
A la edad de 7 años, el niño se convertiría en caballero tras pasar por un entrenamiento que culminaría a los 18 años, aprendiendo las técnicas de caballería junto a un noble que no fuese de su familia.
En una ceremonia de juramento al servicio real, religioso, al servicio de las mujeres, huérfanos y oprimidos, el caballero recibía su armamento y juraba lealtad a los señores, cumplir la palabra dada y no proferir mentiras o calumnias. A ellos, era reservada la función de defender los reinos contra los pueblos invasores. Los caballeros formaron la base de los ejércitos en las Cruzadas (expediciones religiosas) y representaban lo que había de más noble en la Era Medieval.