La mitología romana es la historia de varios dioses y héroes, que fueron admirados durante el Imperio Romano. Su origen es diverso basado en los pueblos etruscos, celtas, egipcios, itálicos y principalmente griegos. La cultura griega pasó a formar parte extensa de la mitología romana.
En los primeros días del Imperio, los dioses sólo existían para servir al hombre y como la gente era por lo general campesinos, los romanos adoraban a los patronos de los rebaños y de los campos. Les ofrecían animales, vino e incienso antes de las cosechas y los dioses fueron invocados para proteger el trabajo de campo.
Entre los dioses conquistados por Roma, los griegos fueron los más importantes, y al ser incorporados a la Asamblea Divina de Roma, los romanos hicieron reformular su concepción de las fuerzas sobrenaturales. Perdieron su aspecto utilitario y asumieron características humanas. Algunos dioses desaparecieron y otras modificaron su nombre y recibieron diversas atribuciones. Así, Júpiter era el dios supremo, el dios de la ciudad, del rayo y del trueno; Venus, diosa del amor y la belleza; Minerva, diosa de la sabiduría; Diana, diosa de la luna y la caza; Baco, dios vino y las bacanales; Ceres, dios de la tierra fértil; Apolo, dios del Sol; Mercurio, dios del viento; Neptuno, dios del mar y así un largo etcétera.
Hércules, que en la mitología griega era llamado Heracles, se hizo más importante en el Imperio Romano. Conocido por su resistencia física, enfrentó difíciles tareas para acabar con la vida de monstros y animales feroces.