El desayuno es la primera comida del día constituida de alimentos ligeros. A estas alturas estaremos cansados de oír que es la comida más importante del día. No es casualidad. Muchos nutricionistas insisten en su importancia para una alimentación saludable. De hecho, el desayuno se trata del primer momento de alimentarse después de un largo ayuno – desde la cena del día anterior – y, por eso, tiene que proveer al organismo todos los nutrientes de los que depende para comenzar un día lleno de actividades.
Disfrutar de este momento delicioso depende de factores tales como la composición, el ambiente y el tiempo disponible. Comer sin tiempo, andando dando mordiscadas al pan mientras se preparan los materiales escolares o del trabajo, dar unos sorbos de leche mientras se pone los zapatos o comer al ritmo de frases enojadas como: ‘Date prisa, que llegamos tarde’, es malo. Y es malo porque se toma a toda prisa, sin paz, sin alegría, sin digerir ni masticar los alimentos. En estas circunstancias, muchos niños pensarán que siendo así mejor no desayunar.
Siendo este el escenario más común en la mañana de nuestras casas, es esencial poder organizar la situación y disfrutar de los beneficios del desayuno. Por tanto, para la primera comida deberíamos:
1) Tener alimentos esenciales como leche, queso y yogur; pan oscuro, pan tostado, tostadas y cereales; fruta, batidos naturales, vegetales y sopa; huevos cocidos, beicon, mantequilla y mermelada. Una variedad de alimentos en la que a ser posible se incluyen varios relativos a los diferentes grupos de la rueda alimentaria. De esta manera, obtenemos platos más diversificados, eliminando el riesgo de la monotonía y asegurando la ingestión de todos los nutrientes necesarios. A menudo la variedad también depende del país y la cultura, sin descuidar nunca los ingredientes esenciales.
2) Tener un tiempo privilegiado para estar con la familia y disfrutar de una comida agradable en el inicio de un nuevo día. Es fundamental que en el momento de despertar se tenga en cuenta el tiempo necesario para el desayuno, en caso contrario todo podría ser un caos cronometrado.
3) Comenzar un día escolar sin el apoyo alimentario necesario es contribuir a dificultades en el aprendizaje y la irritabilidad, para la falta de concentración y de atención, para el cansancio, para la apatía y para estómagos vacíos; es decir, para todo lo que un alumno debe evitar.
4) La alimentación racional promueve un armonioso desarrollo, mejora la capacidad física y mental, previene enfermedades de tipo alimentario, aumenta la eficiencia inmune – el cuerpo responde mejor a las agresiones externas – y contribuye a la formación de personas sanas y responsable de sus alimentos.
Un buen desayuno es condición esencial en la nutrición racional, siendo decisivo para que tengamos un día provechoso y una buena salud a corto, medio y largo plazo.
