A través de los hallazgos arqueológicos, descubrimos que los pueblos de la antigüedad, como los egipcios, ya realizaron operaciones quirúrgicas complejas, un hecho que demuestra el gran desarrollo e inteligencia de esta fascinante civilización. Estas personas hicieron grandes avances en medicina gracias a su sofisticado proceso de momificación de los cuerpos. Los momificadores, abrían los cuerpos de los faraones para extraer las vísceras, obteniendo una gran cantidad de información acerca de la anatomía humana.
Es sabido que los griegos fueron los pioneros en el estudio de los síntomas de enfermedades. Ellos tuvieron como maestro a Hipócrates (considerado al padre de la medicina). Otro gran conocedor de la medicina fue el griego Galeno, quien vivía en Roma. Después de Hipócrates y Galeno, la medicina quedó estancada durante varios siglos.
En la edad media, era común que el médico buscase curar prácticamente todas las enfermedades usando el recurso de las sanguijuelas, una clase de gusanos anélidos que consigue almacenar sangre superior a cinco veces el tamaño de su cuerpo. Durante este periodo, el conocimiento había avanzado poco, porque hubo una fuerte influencia de la iglesia católica que condenó toda investigación científica.
En el período de Renacimiento Cultural (siglos XV y XVI) hubo un gran avance en la medicina. Impulsado por un gran deseo de descubrir el funcionamiento del cuerpo humano, los médicos intentaron explicar enfermedades a través de estudios científicos y pruebas de laboratorio. Se profundizó en el estudio anatómico de animales y seres humanos.
Con todo, fue en el siglo XVII cuando William Harvey hizo un nuevo descubrimiento importante para esta ciencia en desarrollo: el sistema circulatorio. Desde allí, los hombres comenzaron a entender mejor la anatomía y la fisiología.
En el siglo XIX todo el conocimiento se hizo más agudo después de la invención del microscopio acromático. Con esta invención, Louis Pasteur hizo un gran avance para la medicina, al descubrir que las bacterias son responsables de la causa de la mayoría de las enfermedades.
Afortunadamente, la medicina actual ofrece innumerables fármacos capaces de curar, controlar e incluso prevenir numerosas enfermedades. A través de la sofisticada electrónica se es capaz de hacer un diagnóstico preciso, pasando información importante sobre el paciente y ofreciendo un plan de prevención y tratamiento. Los avances en esta área son rápidos y proporcionan una vida mejor para las personas.
El juramento hipocrático clásico
Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.
Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos.
Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.
En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.
Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos.
Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.
¿Sabía usted?
El 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Médico desde su aprobación en 1946 por la Confederación Médica Panamericana en honor al médico de origen cubano Dr. Carlos Juan Finlay (3 de diciembre de 1833 – 20 de agosto de 1915).