Durante las Guerras Médicas, el papel principal de liderazgo de los atenienses garantizaba la victoria frente al enorme ejército persa. Con este fin, Atenas sugirió la formación de una liga de ciudades-estados que tenían la función de recaudar fondos y material para hacer frente a los ejércitos liderados por el rey Jerjes. Se producía el inicio de la Liga de Delos, que no sólo logró derrotar a los persas sino que se convirtió en una institución que protegería al Hélade de otras invasiones extranjeras.
Controlada por Atenas, la riqueza acumulada por la Liga de Delos comenzó a tener una función distinta a la original. Los atenienses se aprovecharon de esa riqueza para hacer valer sus intereses económicos en otras ciudades-estado y promover diversas obras públicas que han mejorado la belleza y la seguridad de su propia ciudad. Con el tiempo, el imperialismo ateniense fue llamado a instigar a otras ciudades griegas para unir fuerzas contra esta situación. A través de la alianza llegó otra fuerza militar, la Liga del Peloponeso, encabezada entonces por los espartanos.
El clima de rivalidad instalado entre las ciudades-estado griegas se desató cuando la colonia de Corcira decidió volverse en contra de la ciudad de Corinto, que pertenecía a la Liga del Peloponeso. Tomando ventaja de la lucha, los atenienses llegaron a Corcira, de la Liga de Delos, con el apoyo militar dado en este primer enfrentamiento. A su vez, Esparta, aliado militar de los corintios, decidió actuar contra los atenienses en una gran ofensiva que se extendió por la región de Ática.
En los primeros diez años de confrontación, entre 431 y 421 a.C, hubo un saldo visible de poder entre las tropas implicadas. Mientras que hábilmente los espartanos condujeron los ejércitos de tierra, los atenienses militares eran prácticamente imbatibles en el mar. La igualdad de fuerzas derivó en la firma de la paz de Nicias, una tregua oficial durante cincuenta años. Sin embargo, sin tener en cuenta la medida, Atenas reanudó la ofensiva en el año 413 a.C.
El comienzo de la Guerra del Peloponeso está claramente marcado por la soberanía de las fuerzas comandadas por Esparta. En una expedición a la isla de Siracusa, Atenas sufrió una humillante derrota que resultó en la captura de 20 000 hombres que fueron convertidos en esclavos. Después de eso, Esparta dio cuenta de que el momento era propicio para un avance en la región del Ática. En la batalla de Egos-Potamos (404 a.C), el almirante espartano Lisandro ordenó la destrucción de los atenienses.
Con final de la guerra, el modelo político aristocrático se vio reforzado en Grecia y Esparta y comenzó a imponer sus intereses en otras polis griegas. En esta etapa, el enorme desgaste provocado por la Guerra del Peloponeso favoreció a los persas a tomar el control de algunas colonias griegas de Asia Menor. Después de eso, los nuevos conflictos militares iniciaron una nueva ronda de las guerras entre las ciudades-estado. Al final de estos enfrentamientos dolorosos, los macedonios se aprovecharon de la situación para invadir Grecia.