Mucho antes de transformarse en un imponente Imperio, la civilización egipcia ha pasado años establecer el proceso de asentamiento de las regiones cercanas al valle del Nilo. Según algunas investigaciones, los primeros pueblos que ocuparon la región fueron los hamitas, semitas y nubios. Todos estos pequeños grupos aparecieron durante los últimos siglos del período Neolítico, momento en el que la estabilidad climática permitió la instalación de los primeros asentamientos.
El crecimiento demográfico y la expansión de las actividades de caza, la pesca y la agricultura permitirían el surgimiento de aldeas conocidas como nomos. Cada nomo era dotado por un singular diseño político y administrativo y tuvieron sus principales decisiones adoptadas por un jefe supremo de la aldea conocido como nomarca. Con los años, el grado de interacción entre estas comunidades se profundizó, especialmente por la necesidad de construir diques y canales de riego para mejorar la actividad agrícola.
De las simples aldeas comenzaron a aparecer las primeras ciudades del Valle del río Nilo. Con eso, la organización política de los egipcios se hizo más compleja y por lo tanto, dio lugar a dos Estados distintos: el alto Egipto, situado en la región sur y el bajo Egipto, posicionado en el norte, cubriendo el delta del río Nilo. Según la investigación realizada, esta división política impuesta por estos dos reinos se mantuvo en vigor entre el 3500 y el 3200 a.C.
Hacia el año 3200 a.C., Narmer (o Menes), gobernante del Alto Egipto, emprendió el proceso de unificación de los dos reinos formados a lo largo del río Nilo. A través de esta acción se convirtió en el primer faraón de la historia egipcia. Con este nuevo título, alcanzó la condición de gobernante supremo de todo Egipto y tenía poderes para intervenir en los asuntos administrativos, jurídicos, religiosos y militares.
Según la creencia egipcia, el faraón era una deidad encarnada, un descendiente del dios Sol Amón-Ra y, al mismo tiempo, encarnación de Horus, el dios halcón. Asumiendo la naturaleza teocrática, el gobierno de Menes entregó los jefes de los nomos de cuarenta y dos nomos en funcionarios públicos subordinados al Estado. Además, las tierras fueron controladas por él y la población fue obligada a pagar impuestos en forma de servicios y trabajo obligatorio.
Con eso, la historia política del antiguo Egipto vivió un nuevo momento establecido a partir de la formación de este imperio. Históricamente, el imperio egipcio se divide en tres períodos: Imperio antiguo (3200-2000 a.C.), un período que va desde la unificación política territorial, hasta el proceso de desmovilización de poder monárquico; Imperio medio (2000-1580 a.C.), comprendiendo entre la recomposición del poder centralizado y la invasión de los hicsos; y el Imperio nuevo (1580-525 a.C.), iniciada por la expulsión de los hicsos hasta la invasión de los persas.