Lesión superficial de ganado afectado con fiebre aftosa © Tsv. Alexandrov
La fiebre aftosa fue descubierta en Italia en el siglo XVI. En el siglo XIX la enfermedad se observó en varios países de Europa, Asia, África y América. La enfermedad ataca a los bovinos y rara vez al ser humano. Entre los animales, la fiebre aftosa puede ser contraída por bueyes, vacas, cerdos, cabras y ovejas. Se sabe que causa enormes daños a la ganadería, siendo conocida como glosopeda en el caso de animales.
La enfermedad es causada por un virus del género Aphthovirus que se puede transmitir a través del aire, el agua, lugares y objetos contaminados, y también por la leche, carne y saliva del animal contaminado. El animal que está con la enfermedad presenta fiebre (que disminuye después de dos o tres días), heridas, que son presentadas en formas de pequeñas burbujas en la región de las patas y en la boca.
El animal comienza a salivar y cojear, por eso, deja de andar y de comer, lo que lleva al organismo a perder peso rápidamente. Los criadores generalmente deciden sacrificarlos para no contaminar a otros animales.
Para prevenir la fiebre aftosa, el ganado debe ser vacunado. Los enfermos deben mantenerse fuera del contacto con personas, vehículos y animales, ya que pueden llevar el virus a otros lugares. Una persona que entra en un lugar donde hay animales infectados puede ser portador del virus a través de la ropa.
Cuando los animales no son sacrificados, el tratamiento incluye medidas simples, tales como el lavado de la boca del animal con fármacos para combatir heridas, aplicando suero y alimentación pastosa para una fácil masticación del animal.