Tener un hijo epiléptico plantea típicamente (y de manera comprensible) preocupación para muchos padres, una vez que la epilepsia es una enfermedad muy común. Existe una importante incidencia en varios países y cada vez surgen nuevos casos en ser diagnosticados. Esta enfermedad no elige sexo, clase social o raza y se presenta más a menudo en la infancia o después de los 50 años. A pesar de ser una enfermedad extendida, muchos todavía la esconden por miedo al estigma o prejuicio. Detrás de esta actitud se encuentran siglos y siglos de historia donde la epilepsia era asociada sobre todo a posesión demoníaca, siendo necesario pasar por experiencias desagradables y dolorosas para alcanzar la cura. Todavía muy recientemente, pero concretamente en el siglo XIX, la castración y la circuncisión eran apuntadas como formas de cura de la epilepsia.
Aunque existen diferentes tipos de manifestaciones, la palabra epilepsia es inmediatamente asociada a alguien tirado en el suelo, echando espuma por la boca y con sus miembros del cuerpo temblando. Son todas estas imágenes las que alimentan el imaginario colectivo y contribuyen a que sigue siendo un estigma que rodea esta enfermedad, que es al final bastante común.
Cuando los niños tienen este tipo de problema, los padres generalmente toman una postura marcada por sobreprotección, ansiedad y vigilancia excesiva. Generalmente, esto ocurre cuando la epilepsia está bien controlada y se puede extender a la edad adulta, provocando consecuencias muy negativas en los niños, tales como baja autoestima, aislamiento social, dificultades de relación social e infantilidad. Para combatir este estado de ansiedad excesiva es crucial que los padres aclaren sus dudas con la ayuda de técnicos de la salud. Un conocimiento más profundo acerca de la enfermedad es una buena estrategia para alejar los fantasmas y mitificaciones sobre la enfermedad. Cuanto más positiva fuera la postura de los padres más fácilmente serán capaces de afrontar al hijo a tener una actitud positiva hacia sí mismo y a la enfermedad.
Dar ejemplo de personajes famosos que también padecían la misma enfermedad puede ser una estrategia para animarlos a luchar contra todas las adversidades. Vincent Van Gogh (pintor holandés), Mahoma (fundador de la religión musulmana), Isaac Newton (matemático), Richard Burton (actor), Buddy Bell (jugador de béisbol profesional) y Paganini (compositor y violinista italiano) son sólo algunos ejemplos de personas famosas que también sufrían de epilepsia y que dejaron su nombre grabado en la historia mundial.
Otro aspecto que debe ser una fuente de optimismo tanto para padres como para los niños es el hecho de que la mayoría de personas que sufren de epilepsia tienden a presentar mejoras en el tiempo. Estadísticamente, seis de cada diez personas son sanadas. Además de lo que ya se ha mencionado, la epilepsia es una enfermedad fácilmente controlable, no es heredable y no causa enfermedad mental.
Aunque no existan recetas, puede apuntar a dos reglas fundamentales a seguir en el caso de la epilepsia: evitar situaciones de alto riesgo (por ejemplo, deportes extenuantes) y luchar para que la enfermedad no tengan control sobre la vida del afectado. Después de todo, hay un montón de razones para mantener una actitud positiva.