La digestión de cada ser vivo se adapta a sus hábitos de alimentación. En el caso de los rumiantes, como buey, ovejas, cabras, ciervos, jirafa, camello, entre otros, que se alimentan de plantas, el estómago está muy desarrollado, dividiéndose en varias partes, entre ellas la panza o rumen.
Cuando estos animales están con comida en la boca, mastican muy poco. Una vez ingerido, el alimento va al rumen, donde es triturado y sufre la acción de bacterias, protozoos y hongos que degradan la celulosa encontrada en la comida ingerida. Una vez fermentado, carbohidratos vegetales (celulosa, almidón y azúcar) producen ácidos orgánicos que son absorbidos por las papilas ruminales encontradas en la pared del rumen, proporcionando energía para el animal, además de vitaminas, metano y dióxido de carbono.
Una vez que este alimento es procesado en el rumen, siguen hasta la retícula. Allí se encuentran las glándulas salivales – similares a lo que los humanos tiene en la boca, pero con varias bacterias y protozoos que tienen la función de continuar con la degradación de la celulosa iniciada en el rumen. Una vez en el retículo, ese alimento es mezclado con la saliva y, entonces, regresa a la boca para ser masticado nuevamente. En el retículo de ese animal hay numerosos pliegues que retienen cuerpos extraños, tales como clavos, piedras, alambre, impidiendo que ellos pasen para otros compartimentos y causen daños y hasta la muerte del animal.
Sistema digestivo del rumiante © María Gabriela Romero
Después de tanto masticar el alimento regurgitado, los rumiantes lo engullen. Ese alimento es direccionado hacia un nuevo área llena de láminas musculares similares a las hojas de un libro. En esas láminas musculares hay papilas cuya función es la absorción de agua, sales minerales, ácidos grasos y reducción de las partículas alimentarias.
Después de dejar esa zona, el alimento sigue hacia el coagulador, que corresponde la estómago de los seres humanos. En ese lugar se encuentran glándulas que secretan enzimas, como la pepsina, hormonas (gastrina), agua y ácido clorhídrico. Es en el coagulador que se produce la digestión de las bacterias oriundas del rumen y del retículo.
La absorción de los alimentos que se inició en el coagulador se finaliza en el intestino con la acción de las enzimas pancreáticas (tripsina, quimotripsina, amilasa, lipasa) y las enzimas intestinales (lactasa, maltasa, sacarasa o invertosa, disacaridosas, entre otros). No hay vellosidades que permiten la mayor parte de la digestión y absorción de todos los nutrientes.
En el intestino grueso, se absorbe la mayor parte del agua consumida y contienen una cantidad pequeña de microorganismos similares a los encontrados en el rumen, también hay fermentación y degradación de la celulosa del substrato que allí alcanzan.