Desde finales del siglo XIX, Marruecos, así como el resto de África, sirvieron como escenario de varias conquistas imperialistas. Observando este cuadro de dominación, grandes naciones europeas envueltas en esa situación resolvieron establecer un acuerdo sobre el asunto con la realización de la Convención de Madrid, en 1880. En ese momento, se acordó que los franceses, alemanes y británicos tendrían igualdad de derechos de explotación comercial del territorio marroquí.
Sin embargo, unas décadas más tarde, esta definición ha sido infringida cuando Francia decidió reconocer la hegemonía inglesa en Egipto y, a cambio, recibió apoyo para conquistar el territorio marroquí. A través de esta conspiración, los alemanes se sintieron amenazados y consideraron que lo acordado en la Convención de Madrid estaba siendo vulnerado. Con esta justificativa, en 1905, el káiser alemán Wilhelm II llegó al país defendiendo la independencia del estado marroquí.
A través de esta acción, Alemania pretendía sacudir la alianza existente entre Francia y el sultán de Marruecos, que ayudó a los franceses en combate y control de los líderes tribales del país. La crisis diplomática creada por este enfrentamiento se resolvió finalmente en la Conferencia de Algeciras (1906), donde una vez más también fueron reconocidos los intereses igualitarios de Francia y Alemania.
Años más tarde otra crisis de hegemonía ocurría. De esta manera, la rivalidad entre los franceses y los alemanes creció en dimensiones preocupantes. El punto muerto sobre el dominio de Marruecos sólo se resolvió cuando los alemanes abrieron mano del derecho de explotación a cambio de las tierras del Congo francés. A pesar de la compensación ofrecida, lso alemanes todavía se vieron perjudicados. Así se daba el fin de una de las varias rivalidades que precedieron a la Primera Guerra Mundial.