Uno de los problemas vinculados a la biodiversidad y que se expande en ecosistemas ricos es la biopiratería, que, en definitiva, significa la piratería o robo de los recursos genéticos o biológicos.
La mayor biodiversidad se encuentra en las zonas tropicales del planeta, donde predominan los países pobres. La biopiratería es practicada por grandes conglomerados transnacionales de las naciones ricas siendo una forma de neocolonialismo.
Biopiratería consiste en la exportación de elementos de la fauna y la flora de un determinado país en el extranjero con fines industriales o medicinales (cosméticos y medicinas).
Se estima que este comercio ilegal mueve 10 mil millones de dólares al año. Brasil, por la gran biodiversidad que presenta en Amazonas, representa el 10% de ese tráfico, principalmente de los animales salvajes y exóticos. A menudo, los explotadores de recursos utilizan el conocimiento de los indígenas y habitantes locales para el uso de productos en la fabricación de productos comerciales.
En un sentido amplio, la biopiratería no es sólo el contrabando de diversas formas de vida en flora y fauna, sino principalmente, la apropiación y monopolización del conocimiento de los pueblos tradicionales con respecto al uso de los recursos naturales. Queda el hecho de que estas poblaciones están perdiendo el control de estos recursos en contra de su intencionalidad.
En los últimos años, a través de la promoción de la biotecnología, la facilidad de registro de marcas y patentes en el ámbito internacional, así como los acuerdos internacionales sobre propiedad intelectual, se han multiplicado las posibilidades de explotación.
