Con un nuevo año escolar surgen nuevas o las mismas preocupaciones con la nutrición de los hijos en edad escolar. La mayoría de los estudiantes durante un período de aproximadamente nueve meses se entregarán a sí mismos para algunas comidas del día, particularmente el desayuno de media mañana durante el recreo, el almuerzo y la merienda a media tarde.
A pesar de la información disponible a través de los medios de comunicación – tanto en términos de noticias como de publicidad, de los programas escolares y de la información cada vez más extendida sobre la importancia de la alimentación como el factor que más influye en el estado de salud – lo cierto es que no se puede esperar que un niño o joven adolescente consiga, por sí solo, tener una alimentación saludable. Por lo tanto, es necesario que los adultos no abandonen su responsabilidad en lo que respecta a la nutrición.
La mayoría de los institutos cuentan con un servicio de comidas y casi todas ellos tienen también, cerca de sí, una cafetería o establecimiento comercial que vende todos los productos que seducen a los más jóvenes, incluyendo bollería, golosinas y comida frita. Esos productos, que no contribuyen a una alimentación equilibrada, en exceso pueden perjudicarla. Y perjudican por su valor calórico, por la falta de apetito que provocan, por las deficiencias que pueden causar, por las enfermedades que pueden favorecer y por volverse sustitutos de alimentos esenciales en esta fase de la vida.
Consejos prácticos
Como los centros de la escuela no son lugares de alimentación perfectos, a pesar de la mejoría que se viene comprobando, y el control de alumnos, por parte de los profesores y auxiliares de la acción educativa, y en la práctica imposible, resta crear condiciones que eviten al máximo el consumo indiscriminado y diario de determinados productos. Por lo tanto es necesario que:
1) El estudiante tome de casa su alimentación para la mañana. Esta es una práctica que se adquiere durante la enseñanza pre-escolar y primaria y que desgraciadamente se pierde en la época de instituto. La preparación de la comida en conjunto con el niño o adolescente puede ser beneficiosa.
2) El estudiante compra su comida en la escuela y el encargado de la educación verifica su correcta nutrición. Muchas veces, el alumno da un mal uso al dinero recibido y los padres son engañados por los propios hijos.
3) El alumno que no tiene dinero disponible de modo a no acceder a fáciles tentaciones puede sentirse angustiado o distanciado en relación a otros compañeros que sí lo tienen. Por tanto, puede recibir un poco de dinero de vez en cuando y aconsejarle en su gasto.
4) El alumno debe tener una alimentación racional en casa. Quien está habituado a un tipo de alimentación se resiste con facilidad hacia ciertos desvíos. La bollería, las golosinas y los refrescos pueden darse de forma gradual cuando se considere oportuno sin que se convierta en un hábito o regla general.
5) Es recomendable que el padre y la madre conversen con el alumno sobre su día alimentario en la escuela. Con quien desayunó, de que fue el desayuno, si comió todo y si le gustó o no. Estos momentos enriquecen la alimentación, contribuyen a un aumento en la confianza y muestran que hay interés por parte de los padres. Para el alumno, el razonamiento es simple: si mis padres no se interesan entonces es porque no tienen interés.