Con frecuencia escuchamos a los padres hablar de las habilidades que sus chicos, todavía en una tierna edad, hacen frente al ordenador. Somos tentados a pensar que los padres encontrarán otra forma de estar con los hijos, sentarlos en el regazo en frente al ordenador, mientras navegan en la red o intentan ganar a un juego online.
Los niños tienen de hecho una sorprendente capacidad de aprendizaje y sus habilidades son sin duda también reflejo del medio y de las experiencias que se le proporcionan. Se dice hasta los juegos y juguetes para sus propios niños reflejan no sólo los avances tecnológicos, sino las vivencias y el mundo adulto. No es de sorprender entonces que el niño integre rápidamente en su repertorio habilidades de manejo de la computadora.
¿Será bueno o malo dejar a los niños jugar en el ordenador?
La fascinación por la computadora parece que se asemejan a una situación que en otros tiempos ocurría con la pantalla del televisor. Es casi imposible imaginarse el día de un niño sin que algunas horas sean absorbidas por los contenidos de la televisión. Es la forma de estar ocupados sin realizar exigencias y llamadas constantes de atención hacia sus progenitores y hermanos.
No podemos imaginar la educación de un niño distanciada de la realidad ni persistir en actitudes educativas del pasado que no se adapten al mundo de hoy. El ordenador, y las posibilidades que crea, es una realidad innegable y con la cual los niños se deben familiarizar desde pequeños. No debemos olvidar, sin embargo, el significado y la importancia del juego clásico con coches, muñecos, construcciones y otros más físicos como el escondite en el desarrollo y equilibrio emocional del niño.
Si el niño puede elegir entre un juego en el ordenador o una broma consigo en la alfombra de su habitación, tal vez se sorprenda cuando en la mayoría de las veces, ella opta por jugar en el suelo. En ese momento, muéstrese contento dando valor al juego y déjese guiar, pues nada puede igualarse a la imaginación y creatividad de un niño a jugar. Diviértase tanto como ella. En el ordenador toda la espontaneidad y el simbolismo se pierden.
A los niños les gusta jugar con otros, pero guardan en su memoria el placer inmenso de esa misma actividad con sus padres. Además de eso, son los padres, durante el juego, quien mejor puede ayudar al niño a crecer y regular sus estados emocionales. Mientras tanto, juegue en el suelo con su hijo, participe en la acción de sus juguetes, acepte las transformaciones imaginarias dadas; en definitiva, entrar en el mundo de la fantasía fabricada por él y dejarse llevar para donde él quiera llevarlo.