Isabel nació en 1451 en la localidad de Madrigal de las Altas Torres, en el centro de España. Ella era la hija del rey Juan II de Castilla, que tenía dos hijos de su primer matrimonio, Enrique y Alfonso. En ese momento, Castilla fue el reino cristiano de mayor éxito de la Península Ibérica.
Cuando Elizabeth nació, su padre luchó contra el poder decadente árabe, instalado en la región durante casi 700 años. Contó con el apoyo de otros dos reinos cristianos: Navarra y Aragón. El rey murió en Valladolid en 1454, dejando a Elizabeth huérfana con tres años de edad.
Isabelafue la última línea de la sucesión, por lo que abandonó la corte para vivir en el pueblo de Arévalo. Hay pocos informes sobre su vida durante este período, lo que está claro es que fueron años muy turbulentos, este período fue que su madre se volvió loca. Sólo regresó al palacio después de 10 años bajo la tutela del medio hermano, el rey Enrique IV. Al año siguiente el rey fue depuesto por el acto llamado La Farsa de Ávila, un grupo de nobles que eliieron a Alfonso como rey, ya que éste era también el heredero de Juan II de Castilla.
Alfonso tenía sólo 11 años de edad, así que fue fácil de manipular, a diferencia del independiente Enrique IV. Sin embargo, después de tres años de su coronación Alfonso murió. Los conspiradores buscaron a otra persona que fuese fácil de manipular, por lo que nombraron a Isabel como princesa de Asturias.
A los 17 años, Isabel de Castilla ya conocía las razones de la guerra que le rodeaba. Por lo tanto, anunció que se iba a casar, con tres pretendientes, los dos primeros fueron el rey Alfonso V de Portugal y Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava (inquisición de caballeros cristianos). Pero Isabel eligió al pretendiente tercero, Fernando, el segundo en la línea de sucesión al trono de Aragón.
Enrique IV desdeñó el matrimonio y continuó luchando por recuperar el poder. Sin embargo, la pareja fue más inteligente y empezó a hacer alianzas con las familias influyentes en la Península Ibérica. Enrique IV murió en 1474, cuando España estaba unida prácticamente bajo la bandera de la pareja de monarcas: Isabel de Castilla y el rey de Aragón. En el matrimonio, Isabel eligió la separación de bienes, llamada la Concordia de Segovia, en 1475. Fernando tenía amplios poderes, sin embargo, se mantuvo a la reina Isabel de Castilla como propietaria legítima. Pensando en la posibilidad de un nuevo conflicto en el momento de la sucesión, decidieron unificar sus coronas de la próxima generación.
Estando Castilla pacificada y el poder asegurado en Aragón, la pareja de monarcas comenzó la etapa más terrible en la historia española. Los monarcas tenían la intención de acabar con la población musulmana del territorio español que se había quedado en la región después de la derrota musulmana.
Haciendo varias amenazas de invadir los dominios del Papa Sixto IV en caso de que él no firmase un acuerdo para convocar la inquisición, el líder de la Iglesia limitó la acción de los inquisidores en Tierra Santa. Muchos exiliados huyeron a la fortaleza musulmana llegando al reino de Granada en el sur, pero la ira de Isabel y Fernando fue promovida de manera que se cometió el mayor genocidio de la historia. Con la masacre, ambos ganaron el título de servicios prestados a la Iglesia Católica y, además, 1492, España logró ser una potencia internacional con sus influencias. Tomaron control de las Islas Canarias, ubicadas en la costa africana. Fue en este mismo momento cuando Cristobal Colón ‘descubrió’ América. Ya en Roma, Rodrigo Borgia, amigo de Fernando ocupó el papado de Alexandre VI. Los derechos de España sobre las
En 1497, el príncipe Juan, hijo predilecto de la reina, murió de una enfermedad desconocida. Tres años después el hijo menor también murió. Con la muerte de sus dos hijos, la reina Isabel estaba deprimida y, el 26 de enero de 1504, al mediodía, Isabel de Castilla murió. Fernando de Aragón siguió en el trono hasta el 14 de marzo 1516, cuando acabó falleciendo. Fue así como el reinado de los monarcas abarcó grandes batallas y conflictos nacionales.